Por Hugo Cox.- El Chile actual se encuentra cruzado por variables que chocan constantemente. Pero, más allá de la coyuntura compleja, surgen muchos fenómenos sociológicos que, fundamentalmente, están relacionados con la disolución de los vínculos familiares y comunitarios (los vecinos no se conocen); el aumento de la desconfianza en las instituciones y entre las personas; un estado de anomia en aumento, brotes de anarquismo, violencia generalizada, con una expresión en los jóvenes y adolescentes (como vemos en las escuelas); afirmación de identidades disidentes, en que su discurso lo plantean desde el todo; sectarismo creciente, sobre todo en redes sociales, pero también en el discurso público, lo que se manifiesta en la no aceptación del otro; y una creciente dificultad del Estado para mantener el Estado, un permanente desborde del Estado.
Esta descripción es el escenario donde se desenvuelve el Chile actual, en que la anomia es parte de ese cuadro, anomia que se refleja, por ejemplo, en que no se visualiza lo que es posible de realizar, en que toda aspiración parece legítima y realizable, todo es alcanzable. Ante el fenómeno de la anomia en Chile, el rector de la Universidad Diego Portales plantea: “El fenómeno que se vive en Chile no es falta de racionalidad. Es algo peor. Es la ausencia de aquellas cosas invisibles que deben existir para que la razón funcione (el sentido de los límites, la conciencia que no basta desear algo para que sea correcto hacerlo, el pudor, la sobriedad, etc.)”. Por lo tanto, nos encontramos frente a una Razón desbocada, en que se piensa el acto y es posible hacerlo.
Chile necesita transformaciones, eso es innegable. Pero para que éstas sean posibles, es necesario tener a la vista las limitaciones del momento (sentido histórico). A su vez, es necesario comprender que el pilar del cambio está en la conducción de un proceso. Es necesario tener en cuenta que lo viejo no es sinónimo de que no sirve; que la autoridad debe recordar siempre sus límites, no ceder a los actos propios del populismo; que el lenguaje es importante porque es el que crea las imágenes y los hechos, es cómo vemos a los otros. Una conducción no puede ser un acto de vencedores y vencidos. Muchas veces, cuando el Estado es desbordado, es necesaria la coacción para recuperar cierto equilibrio. La conducción clara debe dar cuenta de que hay que separar los deseos de la realidad en la cual se mueve el país, poner siempre en entredicho los límites intelectuales, sobre todo de quienes están alrededor.
Este fenómeno de anomia por el que atraviesa Chile puede tomar años, para salir de este escenario y recuperar el equilibrio. El cómo es un proceso complejo, pero se me viene a la memoria un viejo refrán del mundo agrícola: “Cuando hay que conformar una yunta de bueyes y hay muchos novillos, nunca hay que juntar dos novillos jóvenes, sino que el joven debe ir acompañado por un buey más viejo, ya que éste le enseñará a tirar la carreta, y en el corto plazo ambos trabajarán coordinadamente, ya sea para tirar la carreta o arar sin problemas”.
Este dicho es muy cierto en la sociedad. Todos nos necesitamos.