Por Roberto Fernández.-En el pico de contagios, ocupación hospitalaria y muertes, es necesario hacerse la pregunta si será posible realizar las elecciones previstas para el 15 y 16 de mayo. La respuesta requiere un análisis previo respecto de las razones con que se justificó la postergación de la fecha que se había determinado anteriormente. Las primeras voces que cuestionaron efectuar tan importante evento democrático provinieron del Colegio Médico y expertos del gremio.
Desde el punto de vista de la salud pública parecían razonables los argumentos que se dieron, que coincidían con las encuestas de opinión, pero que oscurecieron el hecho que una decisión al respecto era de carácter eminentemente político, y la condicionaron definitivamente. A esto hay que agregar una dificultad adicional, un gobierno errático desprestigiado, de credibilidad casi nula y una clase política también muy cuestionada, con poca legitimidad. Esto colocaba en una posición muy incómoda como aparecer contradiciendo a una institución entre los chilenos, como el colegio médico tan prestigiado.
¿Era realmente necesario suspender el proceso electoral? Existen muchos argumentos de peso para pensar que no. Una buena cantidad de países han realizado sus elecciones previstas en plena pandemia. Perú y Ecuador tuvieron sus elecciones presidenciales el domingo 11 de abril.
Los permisos de desplazamiento los fines de semanas llegan a cerca de 5 millones, sin contar los que se hacen sin permiso, en la locomoción colectiva todos los días se concentran cientos de miles de personas… y existe un tema político que es mucho más de fondo. Eso, sin olvidar que en plena epidemia más de 7.5 millones de personas, todo un récord, se movilizaron para ir a votar para el Plebiscito, lo que refleja claramente el interés de los ciudadanos por el tema constitucional. Las elecciones previstas permitían dar una salida institucional, pacífica, a las presiones de todo tipo a que se ve sometido este país y que son extremadamente peligrosas.
Evidentemente se habrían tenido que extremar las medidas para evitar nuevos contagios, como votar 3 días, definiendo claramente la población que lo haría cada día y aumentar los lugares de votación.
La decisión de postergar las elecciones fue tomada por el gobierno con el acuerdo del Parlamento, sin que se presentaran escenarios alternativos para el caso de que el 15 y 16 de mayo la epidemia siga igual o peor. Lo mínimo que se puede pedir, en cualquier tipo de gestión, es que se evalúen los posibles resultados de una decisión. Este gobierno se ha caracterizado por una incapacidad crónica al respecto. Basta con recordar que se envió a las personas que llegaban a Chile por el aeropuerto a hoteles, para cumplir una cuarentena, sin haber evaluado previamente la capacidad hotelera de Santiago. O haber definido como bienes no esenciales artículos que las personas necesitan en su vida cotidiana, teniendo que cambiar casi instantáneamente el instructivo.
El problema de fondo, que es necesario debatir con urgencia, en poco más de 3 semanas habrá que tomar una decisión al respecto, es si las elecciones previstas para el 15 y 16 de mayo se realizarán esos días, independientemente de las condiciones de la epidemia. En caso que se vuelvan a postergar se deberá definir con claramente el itinerario a seguir dado el casi nulo espacio de tiempo existente por todas las otras elecciones programadas para este año. A mi modo de ver, dada la trascendencia política que elaborar una nueva Constitución tiene para el futuro del país, las elecciones del 15 y 16 de mayo deberían ser declaradas como impostergables.