Parece obvio que en Francia los partidos tradicionales no han respondido, como la ultraderecha, a las promesas de mejoramiento de la calidad de vida de la gente y no han sabido enfrentar y ofrecer soluciones efectivas a los problemas que en el plano económico, de la inmigración y la seguridad afectan objetivamente a las personas, dice Roberto Fernández.
Por Roberto Fernández.- En Francia el triunfo del Rassemblement National dirigido por Marine Le Pen era previsible. Todas las encuestas lo señalaban, pero la magnitud de la victoria no.
Esa fue la primera sorpresa.
La segunda, aún mas impactante, ha sido la disolución de la Asamblea Nacional y el llamado a elecciones parlamentarias anticipadas realizado por el presidente Macron. La primera vuelta será el 30 de junio, y la segunda, el 7 de julio, es decir, casi de inmediato.
Ver también:
Cumbre de ultra derecha: la hora más oscura para el mundo
A nivel europeo, el avance de la extrema derecha es evidente y considerable, con resultados impresionantes en Italia, donde Meloni gana por lejos; en Austria son mayoría; y en Alemania llegan al segundo lugar, aunque los grupos conservadores y pro europeos mantienen la mayoría del parlamento.
En Francia, la jugada de Macron de disolver la Asamblea Nacional es muy arriesgada. La posibilidad de que el Rassemblement National, solo o a través de alianzas, obtenga la mayoría del parlamento y, por lo tanto, de que Jordan Bardella constituya gobierno es alta.
Hay que recordar que en Francia el régimen político es parlamentario, el gobierno lo ejerce la coalición que logra mayoría en la Asamblea. En el caso de que Macron pierda, sigue como Presidente de la República, pero gobernaría la ultra derecha.
Esto ya ocurrió en 1986 durante la presidencia de Francois Mitterand, quien se vio obligado a nombrar primer ministro a Jacques Chirac después de perder la mayoría parlamentaria, lo que dio origen a un proceso inédito que se denominó “co habitación” y que funcionó sin grandes problemas.
La pregunta que deben hacerse los partidos tradicionales, tanto de derecha, centro o izquierda, así como las elites gobernantes -y esto, mas allá de Europa-, es el por qué del avance de la extrema derecha en el mundo.
Es evidente que los conceptos y metodologías del análisis utilizados no están dando cuenta de las complejidades de la sociedad contemporánea.
Es posible que el desarrollo permanente y acelerado de las tecnologías de comunicación tengan efectos importantes en la percepción que tienen las personas de la realidad, sobre todo en lo inmediato con que esperan sean cumplidas las promesas de campaña. Esto no parece ser comprendido por los políticos.
En Francia, la gran mayoría de los trabajadores, obreros y empleados, de los jóvenes de todas las categorías sociales votan Le Pen, o sea la ultra derecha tiene un fuerte apoyo popular y la debacle de la izquierda, que suponía representarlos, es evidente.
Parece obvio que los partidos tradicionales no han respondido a las promesas de mejoramiento de la calidad de vida de la gente y no han sabido enfrentar y ofrecer soluciones efectivas a los problemas que en el plano económico, de la inmigración y la seguridad afectan objetivamente a las personas.
Un aspecto importante a destacar son las eventuales consecuencias que podría tener el castigo electoral que sufrieron los líderes políticos que se han mostrado más duros contra Putin en la guerra con Ucrania. En general la ultraderecha se manifiesta más cercana a las posiciones de Rusia en este conflicto.
Creo que habría que agregar un párrafo al final, algo como….Nosotros como país no estamos ajenos a lo que vemos en Europa y esto debería servirnos como un llamado de atención. Nadie puede descartar los riegos de tener que enfrentar una situación parecida.