Por Hugo Cox.- Pareciera ser que la política va por un lado y la vida por otro. Esto no es así ya que la política es parte de la vida misma.
Pero lo que está sucediendo es que se ve un divorcio entre la vida y la política. En las siguientes líneas intentaré esbozar alguna ideas que permitan explicar lo anterior.
Zygmunt Bauman, en su texto “En busca de la Política”, entrega elementos que explican lo comentado. Dice que “toda libertad individual solo puede ser lograda producto del trabajo colectivo”, para lo cual necesitamos de la política.
En la actualidad nos encontramos con una privatización de la vida, que ha generado una polarización de la desigualdad ya sea entre países o dentro de un mismo país. Derechos alcanzados en Salud y Educación, por ejemplo, han sido total o parcialmente desmantelados, y las soluciones entregadas son reformas que no cambian en términos sustantivos las estructuras que sustentan el capitalismo en su versión neoliberal.
Lo que vemos a diario es la pequeña política, y Gramsci en su texto “Cuadernos desde la cárcel” (Volumen 3, pág. 21) lo define de la siguiente manera:
“La gran política comprende las cuestiones ligadas a la fundación de nuevos Estados, por la defensa, por la conversación de determinadas estructuras orgánicas, económico – sociales. La pequeña política comprende las cuestiones parciales y cotidianas que se presentan al interior de una estructura ya establecida en el transcurso de luchas por la predominancia entre las diversas fracciones de una misma clase política (política del día a día, política parlamentaria, etc.). Por tanto es gran política intentar excluir la gran política del ámbito interno de la vida estatal y reducir todo a la pequeña política”.
Hoy vemos que ya se cuestiona, y cada vez más, por algunos sectores la hegemonía del modelo neoliberal.
Por otra parte existe una hegemonía de la pequeña política, cuando la política deja de ser pensada como la lucha por diferentes propuestas de sociedad, y pasa a ser vista como un terreno ajeno a la vida en lo cotidiano, y se transforma en una simple administración de lo existente. La lejanía o aversión a la política se transforma en apatía y esta se masifica. Por lo tanto, la apatía se concreta en una política de masas, que la lleva a ser un factor positivo para la conservación del status–quo, ya que para el modelo el exceso de demandas genera desequilibrios fiscales y, por ende, inestabilidad social.
La gran política en el modelo actual consiste en reducir todo a la pequeña política. De esta manera, la tarea de hoy es construir un diálogo entre la gran política y la pequeña política, en cómo la gran política se nutre de lo cotidiano y lo transforma en un nuevo contrato social, que sea el resultado de esta relación dialéctica entre la pequeña y la gran política.
La gran política debe ser la base orientadora de los acuerdos en la formación de este nuevo contrato, con lo cual se revaloriza la política.
Bauman señala en el texto antes citado: “La libertad individual solo puede ser producto del trabajo colectivo (solo puede ser conseguida y garantizada colectivamente). Hoy nos desplazamos hacia la privatización de los medios de asegurar – garantizar la libertad individual; si es la terapia de los males actuales, está condenada a producir enfermedades iatrogénicas más siniestras y atroces (pobreza masiva, redundancia social, y miedo son algunas de las más prominentes). Para hacer más compleja la situación, pasamos además por un periodo de privatización de la utopía y de los modelos del bien. El arte de retramar los problemas privados convirtiéndolos en temas públicos (Ej.: Tema previsional, seguridad, vivienda, etc.) está en peligro de caer en desuso; los problemas privados tienden a ser definidos de un modo que torna extraordinariamente difícil “aglomerarlos” para poder condensarlos en una fuerza política”.
En síntesis: La política como instrumento para construir sociedad se dará si se logra construir el dialogo de esta dos esferas de la política, la gran política y la política chica, reconfigurando lo privado en lo público, para así asegurar una real libertad, y condiciones de una posible mejor sociedad.
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