Por Roberto Fernández.- La derecha tiene hoy dos objetivos esenciales. Primero, reconstituirse después de las tremendas derrotas políticas sufridas en 2021 y, segundo -más importante por su sentido estratégico- prepararse para obstruir al máximo el funcionamiento de la Asamblea Constituyente y llamar al rechazo en el plebiscito de salida previsto para fines de 2022.
A partir de la crisis actual, lo más probable es que se constituyan dos polos: uno de derecha dura, representado por la UDI, el Partido Republicano, parte de Renovación Nacional y de Evópoli; y otro, de una derecha más liberal y republicana al que es muy probable se incorporen ex democratacristianos más cercanos a esas posiciones.
La nueva Constitución, de ser aprobada, tendrá una importancia y relevancia fundamental en la determinación del marco institucional en que se desenvolverá el futuro del país y eso la derecha lo tiene muy claro. El problema es que no lograron el tercio de la Asamblea Constituyente que le habría permitido vetar los artículos propuestos que considerarán lesivos para sus intereses.
Para peor de males, la elección de Boric, según lo que él ha planteado explícitamente, significará un apoyo fundamental para el buen funcionamiento de la Convención.
El argumento que la derecha y la ultraderecha utilizan y utilizarán para neutralizar los cambios que la mayoría busca implementar, es que los artículos a plebiscitarse deberían ser los que logren unanimidad entre los constituyentes. Aquí habría que hacer un pequeño recordatorio histórico.
La derecha PERDIÓ en 2021 :
Esta es la realidad. Son una minoría en el país. Evidentemente tienen todo el derecho a presentar sus proposiciones, pero no son ellos los que definirán la constitución que la mayoría de los chilenos determine.
El proceso que nos llevará al fin de la constitución de Pinochet será absolutamente democrático. Para que un artículo vaya al plebiscito de salida tendrá el acuerdo de los 2/3 de la Asamblea Constituyente y además deberá ser ratificado con voto obligatorio por el 50% más uno de las chilenas y chilenos.
La nueva Constitución, inéditamente elaborada por la gente, con representación de los pueblos originarios y con paridad de género, será un avance histórico en la historia de Chile.
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