Por José María Vallejo.- La iniciativa del gobierno sobre igualdad de género en materia de salud nace con un pecado original: la irracionalidad económica, la balanza cargada hacia las empresas en desmedro de las personas.
El reclamo de las mujeres respecto al trato discriminatorio en las isapres era que les cobraban arbitrariamente de más, no que a los hombres les cobraran menos. ¿Por qué entonces “igualar” anunciando el alza de planes a los hombres?
No puede haber otra explicación que la intención de mantener y elevar las utilidades de las instituciones de salud, que el año pasado superaron los 62 mil millones de pesos. Las instituciones de salud ya tienen una enorme utilidad asegurada por los ingresos del GES y los negocios relacionados sobre la integración vertical. No hay una explicación lógica que justifique un aumento de las cotizaciones.
¿Cuál sería el criterio de riesgo para aumentar los aportes de los hombres? No lo hay.
Con la lógica de aseguradoras, las isapres establecen factores de riesgo que pueden aumentar el gasto: sexo y edad, y la proporción de gasto en función de ambos, de acuerdo con el número de prestaciones. Pero ese es un criterio matemático, del mismo modo que el “igualar hacia arriba” subiendo las cotizaciones de los hombres lo es.
Y bajo ese criterio… si el reclamo fuera de los mayores de 40 (a los que también les suben el valor de sus planes solo por ser un poco mayores), ¿les subirían la cotización a los más jóvenes para “igualar”? Es ilógico, ¿cierto?
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