Por Juan Medina Torres.- Las imágenes mostradas por la televisión daban cuenta de una decisión del gobierno de El Salvador de juntar a los presos de diferentes pandillas en celdas para combatir la violencia observada en ese país. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos advirtió que esta medida “pone en riesgo los derechos de personas privadas de libertad».
Para el pensador francés, Michel Foucault, este ejercicio de poder es arcaico, pueril, infantil. En “Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones”, señala que “la prisión es el único lugar donde el poder puede manifestarse en su desnudez, en sus dimensiones más excesivas y justificarse como poder moral”.
““Tengo razón en castigar, puesto que tú sabes que está mal robar, matar…”. Esto es lo fascinante de las prisiones: por una vez el poder no se oculta, no se enmascara, se muestra como feroz tiranía en los más ínfimos detalles, cínicamente, y al mismo tiempo es puro, está enteramente “justificado”, puesto que puede formularse enteramente en el interior de una moral que enmarca su ejercicio: su brutal tiranía aparece entonces como dominación serena del Bien sobre el Mal, del orden sobre el desorden”.
Bukele cree que con esta decisión que muestra el poder de su gobierno conseguirá bajar las tasas de criminalidad que sufre El Salvador, sin hablar de políticas de prevención y reinserción.
Su único norte son las cárceles y recuperar los centros de las grandes ciudades con cámaras de seguridad. Política que ya conocemos en otros Gobiernos de América, la cual Indudablemente es una herramienta del poder para mantener la popularidad en las encuestas, pero no soluciona la problemas de fondo.
Para, Sofía Martínez, consultora experta en seguridad en Centroamérica, las políticas exclusivas de «mano dura» no funcionan sin un plan «que vaya a las raíces socioeconómicas de la violencia en el país, sin lo cual no sirve de nada meter a miles de pandilleros en la cárcel porque las maras son ya parte del tejido social de El Salvador«. Añade que lidiar con el tema de la inseguridad en El Salvador no es nada fácil y que la imagen pública de muchos presidentes anteriores se fue al traste por su gestión de esta área.