Por Hugo Cox.- Durante todo el siglo XX el sujeto histórico era visto como un sujeto de cambio, porque con sus acciones provocaba modificaciones en la sociedad ya sea en lo político, económico o cultural y, por tanto, en toda la realidad social.
Estos sujetos históricos, con sus decisiones, construyen y narran la historia desde su propia perspectiva.
Así, sujeto histórico fue el movimiento obrero y los movimientos sociales civiles e individuos que lo condujeron; este sujeto se agota en el siglo XXI, punto en el cual surge un nuevo sujeto que obedece a la característica del nuevo tipo de sociedad. Para algunos, esta es la sociedad post moderna; para otros, la sociedad moderna avanzada.
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Pero también se ha desarrollado el escenario de la «sociedad líquida», concepto desarrollado por el sociólogo Zygmunt Bauman para describir un mundo caracterizado por la constante y rápida transformación, la flexibilidad y la incertidumbre. En una sociedad líquida, las estructuras sociales, políticas y económicas son fluidas y cambiantes, lo que afecta la manera en que los individuos y colectivos actúan y se perciben a sí mismos como sujetos históricos.
El Sujeto Histórico en una Sociedad Líquida
Individualismo y Flexibilidad: En una sociedad líquida, el sujeto histórico tiende a ser más individualista. Las personas valoran la flexibilidad, la capacidad de adaptarse rápidamente a nuevas situaciones y la habilidad de reinventarse constantemente. Esto contrasta con la rigidez de roles y estructuras propias de sociedades más sólidas.
Agentes de Innovación y Adaptación: Los sujetos históricos en una sociedad líquida son a menudo aquellos que lideran procesos de innovación y adaptación. Emprendedores, influencers digitales, activistas de redes sociales y líderes en tecnologías disruptivas son ejemplos de sujetos históricos que están en la vanguardia del cambio.
Movimientos Sociales y Redefinición de Identidades: Aunque el individualismo es fuerte, los movimientos sociales siguen siendo importantes. Sin embargo, estos movimientos tienden a ser más fragmentados y basados en identidades fluidas y diversas. Por ejemplo, movimientos como el feminismo, el indigenismo, y los movimientos LGBTQ+ reflejan cómo las luchas por la justicia social y la equidad se reconfiguran en una sociedad líquida.
Conectividad y Redes Sociales: En la sociedad líquida, los sujetos históricos utilizan intensamente las tecnologías de la información y la comunicación. Las redes sociales permiten la rápida movilización y difusión de ideas, y los individuos pueden influir y generar cambios a través de plataformas digitales.
Cuestionamiento y Crítica Constante: Los sujetos históricos en la sociedad líquida también se caracterizan por su capacidad de cuestionar y criticar constantemente el estado de las cosas. La desconfianza hacia las instituciones tradicionales y la búsqueda de nuevas formas de organización y acción son comunes.
En resumen, en una sociedad líquida, el sujeto histórico es dinámico, flexible y adaptativo. Las identidades y las formas de acción son más fluidas, y la capacidad de utilizar tecnologías y redes para influir y generar cambios es fundamental. Los individuos y colectivos que logran navegar y aprovechar esta fluidez se convierten en los principales agentes de cambio en esta era.
Si se analiza el comportamiento de la izquierda “Woke”, esta tiene las características antes descritas, y su discurso identitario no logra aunar a la ciudadanía en torno a un relato que identifique. Por otra parte, se dirige en su discurso a un sujeto que ya no existe: ya no están las grandes fábricas textiles por ejemplo (Yarur, Sumar, Caupolicán, etc.) donde se concentraba el movimiento obrero, los sindicatos y su respectivas federaciones y confederaciones ya no tienen el peso que tuvieron en el siglo XX, hoy cada vez más disminuidas.
El error de la izquierda, y en especial del mundo “Woke”, es seguir hablándole a un sujeto histórico que ya no existe, y el nuevo que ha surgido no tiene sentido del colectivo.
En consecuencia la contradicción está básicamente en que el imaginario colectivo que representaba el sujeto histórico de una sociedad consolidada hoy no se encuentra, y el nuevo sujeto habla desde la individualidad y la flexibilidad y el pragmatismo.
Mientras no surja un discurso que le hable a este nuevo sujeto, las contradicciones irán en aumento, ya que la tecnología sigue acortando el tiempo y el espacio: mientras el hombre se mueve en la inmediatez, las estructuras políticas son lentas, lo que genera desconfianza y acelera el individualismo.
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