Por Neida Colmenares.- El régimen liderado por Nicolás Maduro destruyó la institucionalidad democrática de Venezuela y ha llevado al país a una crisis social y económica sin precedentes (600% de inflación, 95% de pobreza, -22% de PIB). La diáspora venezolana supera los 5,6 millones de personas a nivel mundial, de las cuales 4,6 millones se encuentran en América Latina y El Caribe. Chile es el tercer Estado de la región donde se concentra este éxodo, correspondiente a casi medio millón de inmigrantes y refugiados.
Desde 2018 se ha creado un conjunto de políticas que afectan negativamente la inserción de los venezolanos en Chile, donde destacan la eliminación de la visa por motivos laborales y la creación de visas consulares que en su mayoría han sido rechazadas por el Estado. De hecho, a septiembre de 2020 había sido aprobado apenas el 24% de las Visas de Responsabilidad Democrática y el 17% de las Visas Consultares para Turistas.
En materia de refugio, el escenario también es crítico. Entre 2010 y 2020 solo 17 venezolanos habían obtenido este reconocimiento en Chile, y entre 2018 y 2020 se incrementaron los rechazos a las solicitudes de refugio en 706%. Estas barreras han implicado una mayor precarización de la vida de la población migrante venezolana y, sin duda, constituyen factores que han influido en el aumento de los ingresos por pasos no habilitados.
Es por todos estos hechos que resulta bastante impresionante que la crisis humanitaria venezolana sea instrumentalizada en momentos electorales con el objetivo de captar votos, y no sea un tema relevante en la agenda de política migratoria para generar acciones de inclusión que respeten los tratados internacionales y que garanticen los derechos de todas las personas inmigradas.
Dicha instrumentalización se materializa en el uso mediático del término “Chilezuela” que principalmente han hecho los sectores vinculados a la derecha chilena para señalar que votar por la izquierda llevaría a Chile al mismo destino de este país, lo que en ningún caso es comparable y resulta una manipulación mediática. Además, el “Chilezuela” se usa -por los mismo sectores- para referirse a una supuesta influencia que tiene la comunidad venezolana sobre los resultados electorales en Chile, lo que es bastante cuestionable, considerando que menos de 17 mil venezolanos tienen derecho a voto y que la propia comunidad venezolana es muy diversa internamente.
Neida Colmenares es directora de la carrera de Ciencia Política UCEN