Por Carlos Cantero.- ¡Ciudadanos, no podemos seguir actuando bajo una lógica de ensayo y error! Errar le ha costado demasiado a Chile. A menos de un mes de la elección presidencial, expreso mi confianza en que la ciudadanía chilena no volverá a recrear la polarización política. Aquella gran promesa de cambio terminó siendo más de lo mismo, o incluso peor. Un proceso paradojal que nos obligó a elegir entre extremos ideologizados, carentes de equipos capacitados, donde triunfaron la inexperiencia, la improvisación y la inoperancia.
Quienes apoyamos a Evelyn Matthei destacamos su experiencia política y solidez técnica, así como su capacidad para generar gobernabilidad y una cultura de paz. La avala su trayectoria como parlamentaria, exministra y alcaldesa de la comuna de Providencia, lo que garantiza una sólida solvencia técnico-política. Valoramos su liderazgo, compromiso y firmeza para perseguir sus objetivos, así como su criterio de equilibrio entre crecimiento económico y justicia social.
Matthei representa la promesa de un gobierno serio y eficiente. Ha anunciado la creación de un millón de nuevos empleos, con especial foco en mujeres y jóvenes. A diferencia de los extremos, no se aferra a ideologías ni guarda sorpresas. Su programa habla de fomento a la inversión, crecimiento económico, reducción gradual de impuestos (para incentivar la inversión y el empleo) y racionalización de la permisología.
Somos mayoría los chilenos que queremos moderación, equilibrio y capacidad. Ese electorado prefiere el liderazgo de Evelyn. Sabemos que actuará con firmeza, pero respetando la ley y los derechos humanos. Chile necesita un gobierno que genere acuerdos y gobernabilidad, con progreso social y cultura de paz, algo que los extremos dificultan por su rigidez ideológica.
Matthei tiene la capacidad para impulsar la seguridad pública y el orden, con firmeza pero sin autoritarismo, abusos ni violencia innecesaria. Su enfoque para enfrentar la delincuencia incluye abordar el problema carcelario, cuidar las fronteras y enfrentar el crimen organizado, priorizando la gestión y la tecnología (más inteligencia, dotación y coordinación). Orden, sí, pero sin un enfoque puramente punitivo o castigador.
Cada cual tiene sus preferencias, y todas son legítimas. Para mí, votar por Matthei significa:
a) Votar por la experiencia, la gobernabilidad y la capacidad para lograr resultados concretos.
b) Alejar opciones radicalizadas, ideologizadas o dogmáticas.
c) Optar por un escenario dialogante.
d) Adoptar un enfoque económico con compromiso social.
e) Manejar seguridad y orden sin extremos.
Confiamos en que la ciudadanía rechazará la polarización. El voto transversal —del amplio espectro político moderado— optará por Evelyn Matthei como la alternativa más viable.
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