Por Daniel Eskibel.- Argentina y Uruguay tuvieron elecciones presidenciales el mismo día. El 27 de octubre de 2019 Alberto Fernández ganó en primera vuelta en Argentina. Ese domingo Luis Lacalle Pou salió segundo en Uruguay y un mes después ganó en segunda vuelta.
Detrás de ambas victorias hay excelentes ejemplos de alianzas políticas.
Dos países iguales pero diferentes
Las raíces históricas y culturales unen a Argentina y Uruguay tanto como la geografía. Pero los procesos políticos de ambos países son muy diferentes.
En Argentina gobernaba desde hace 4 años Mauricio Macri. Su triunfo hizo que muchos analistas políticos consideraran que era el final de la carrera política de la ex Presidenta Cristina Kirchner.
En Uruguay el Frente Amplio gobernaba desde el año 2005. Ya había ganado tres elecciones presidenciales consecutivas y llegaba a la cuarta siendo el mayor partido político del país.
En ambos países había descontento. Más intenso quizás en Argentina y más moderado en Uruguay. Pero descontento al fin.
Como es habitual, el descontento por sí solo no alcanzaba para decidir los resultados electorales. Faltaban los caminos políticos para hacerlo. Cuando el descontento es mucho y los caminos políticos no logran encauzarlo se suele abrir la brecha para los estallidos sociales y la violencia. Pero Argentina y Uruguay encontraron los caminos.
Mejor aún: Argentina y Uruguay construyeron los caminos. Porque previamente no estaban allí, y para que estuvieran mediaron importantes decisiones políticas.
¿En qué se parecen Alberto Fernández y Luis Lacalle Pou?
Son diferentes, claro que sí. Tienen personalidades diferentes, trayectorias políticas diferentes e ideas diferentes. Pero también tienen algunos puntos de contacto nada menores:
Ambos son producto de un espacio histórico-cultural como el del Río de la Plata, con todos sus vasos comunicantes a lo largo del tiempo.
Los dos tienen una conexión personal: Alberto tiene desde hace muchos años una relación de amistad con los padres de Luis.
También tienen una curiosa conexión académica que es la Universidad Camilo José Cela. Tanto Alberto Fernández como el ex Presidente uruguayo Luis Alberto Lacalle Herrera, padre de Lacalle Pou, han estado vinculados a dicha institución educativa durante mucho tiempo como docentes y conferenciantes.
Alberto y Luis tienen trayectorias dentro de partidos políticos bien establecidos y con una larga historia: el Partido Justicialista (peronista) de Argentina y el Partido Nacional de Uruguay.
Los dos confían en las herramientas políticas clásicas: recorren el país, hablan con la gente y negocian con otros dirigentes políticos. Pero al mismo tiempo los dos también confían en la profesionalización de la política y de las campañas electorales.
Detrás de ambas candidaturas hubo alguien muy importante que dio un paso al costado. En el caso de Fernández fue la ex Presidenta Cristina Kirchner quien realizó una jugada estratégica excepcional desplazándose a sí misma al segundo lugar de la fórmula presidencial. En el caso de Lacalle Pou fue el ex Presidente Lacalle Herrera quien se mantuvo con gran disciplina estratégica fuera de los escenarios políticos mientras su hijo construía su liderazgo.
Tanto Alberto Fernández como Luis Lacalle Pou, finalmente, tejieron pacientemente sus alianzas políticas. El primero superó primero sus viejas diferencias con Cristina Kirchner y luego articuló detrás suyo la inmensa diversidad peronista. El segundo creó una coalición con su histórico rival el Partido Colorado, con la nueva formación de derecha Cabildo Abierto que lidera el General Manini Ríos, con el Partido de la Gente y con el centro-izquierdista Partido Independiente.
Alianzas políticas
La política de alianzas debe ser siempre una pieza estratégica indispensable en todos los partidos políticos serios y con aspiraciones.
Esto es así porque ninguna sociedad es, y seguramente no lo será nunca, un todo homogéneo y compacto. Por el contrario, toda sociedad es una multiplicidad diversa de ideas y experiencias. Y nunca una fuerza política única logra expresar toda esa diversidad.
Por eso hay que buscar alianzas políticas. Alianzas con los diferentes, por supuesto, ya que con los iguales se construye un partido o un movimiento pero no una alianza.
También las alianzas son diversas. Algunas son alianzas políticas de máxima que abarcan asuntos esenciales, principios y valores. Y otras son alianzas políticas de mínima que son parciales y que buscan solo un objetivo específico. Corresponde a cada cual definir con quién hacer cada clase de alianza.
El caso de la izquierda uruguaya ha sido siempre muy claro. A medida que ensanchó y profundizó sus alianzas se fue convirtiendo en alternativa de gobierno. Pero durante sus 15 años de gobierno se parapetó en su mayoría parlamentaria, se negó a tender puentes con otras formaciones e inclusive no supo ver a tiempo las señales de descontento de la mitad de la población.
Al llegar a la segunda vuelta presidencial de 2019 el Frente Amplio de Uruguay ya no tenía ningún aliado posible. Y perdió. Perdió por un margen estrecho, es cierto. No perdió solo por eso, también es cierto. Pero es indiscutible que el fallo sistemático de su política de alianzas jugó un papel decisivo en su camino hacia la derrota.
Muchas elecciones se ganan y se pierden en la mesa de negociaciones. Porque las buenas alianzas políticas deciden los resultados electorales. Así ocurrió tanto en Uruguay como en Argentina en 2019.
(Artículo publicado originalmente en Maquiavelo & Freud)
Daniel Eskibel es psicólogo, consultor político y escritor
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