Por Juan Medina T.- La crisis ambiental de Quintero-Puchucaví ha dejado en evidencia, una vez más, los errores comunicacionales de autoridades de Gobierno ante las emergencias.
Primero la ministra de Medio Ambiente, Carolina Schmidt, solicitó a la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA) que decretara el cierre temporal y parcial de la Refinería de Empresa Nacional del Petróleo (ENAP) en Quintero, luego que se detectara que trabajos de la compañía «podrían ser» los responsables de la emanación de gases tóxicos que afectaron la semana pasada a los habitantes de esa zona, en la Región de Valparaíso.
La información ministerial provocó la reacción inmediata de la población en contra de ENAP, cuyo resultado fue el destrozo de oficinas de la empresa en la zona.
¿Por qué la ministra culpó a ENAP sin tener un estudio científico serio que avalara dicha información y sabiendo que la contaminación en la bahía es histórica, porque hay otras 15 empresas que también son fuentes de contaminantes?
El apresuramiento de la secretaria de Estado muestra un pésimo manejo comunicacional con falta de rigurosidad en la información oficial, toda vez que el Superintendente del Medio Ambiente, Cristian Franz, señalara que “todavía no hay certeza de quien provocó la crisis ambiental y las medidas preventivas que fueron adoptadas en ENAP, se basaron en una presunción” y aclaró que la investigación sancionatoria va a demorar más de lo que estaba previsto.
Por su parte ENAP, muestra los primeros informes de una consultora externa, que se encuentra en el listado de empresas que maneja la Superintendencia de Medio Ambiente, que indican que la empresa estatal no tiene responsabilidad en la crisis.
La situación obligó al Presidente Piñera a involucrarse en el tema con visita a la zona y reuniones con los Alcaldes de Quintero y Puchuncaví, reconociendo el abandono del Estado en la búsqueda de soluciones definitivas.
Es cierto que las autoridades frente a las crisis deben demostrar que tienen una responsabilidad social con la comunidad, que ejercen un liderazgo, pero al mismo tiempo deben dar confianza en la información que entregan. Por ello lo informado por la ministra no otorga la credibilidad necesaria, ni genera las confianzas que permitan a la comunidad creer que el tema está siendo valorado responsablemente por el Gobierno, el cual busca una solución definitiva.
La crisis mostró una sobrerreacción comunicacional, a la defensiva con juicios rígidos, desconociéndose que hoy la ciudadanía exige una mayor conciencia ambiental y transparencia.
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