En esta nueva entrega de Curiosidades de la Historia, conocemos el juicio contra Francisco Bilbao por su libro “Sociabilidad Chilena” que marcó un hito en la historia intelectual de Chile: censura, exilio y una defensa que resonó como manifiesto liberal.
Por Juan Medina Torres.- Esta es la historia del juicio contra Francisco Bilbao por haber escrito Sociabilidad Chilena, el primer libro confiscado y quemado en Chile. Su autor fue obligado a abandonar el país debido a la persecución de la que fue objeto.
La tarde del 17 de junio de 1844, el juez dio inicio al juicio para escuchar los argumentos con los que el fiscal interino de la Corte de Apelaciones acusó que todo el libro Sociabilidad Chilena contenía alusiones y conexiones directas con los crímenes de blasfemia, sedición e inmoralidad. Agregó que el autor, no contento con haber cometido los crímenes de blasfemia e inmoralidad, parecía haber concluido su obra con sedición.
Es cierto: Sociabilidad Chilena denunciaba la hipocresía y la intolerancia de la sociedad conservadora de la época, con una fuerte crítica al catolicismo y a la influencia española en Chile. Todo ello generó intensas controversias y convirtió a su autor en un verdadero ícono de la juventud liberal.
Francisco Bilbao escuchó atento las extensas argumentaciones del fiscal. Tenía 22 años y había decidido asumir su defensa, que inició con estas palabras:
“Señores jurados: La sociedad ha sido conmovida en sus entrañas. De su profunda conmoción hemos salido hoy a su superficie: vos, señor fiscal, acusador; yo, señor fiscal, el acusado.
El lugar en que nos hallamos y la acusación que se me hace revela el estado en que nos encontramos en instituciones y en ideas.
Ahí está el señor fiscal que procura cubrirme con el polvo de las leyes españolas; aquí también está el jurado que detiene ese polvo con su aliento.
Aquí se presenta una mano que levanta catorce siglos que se hunden, para derribar una frente bautizada en el crepúsculo que se alza. Esa mano es la vuestra, señor fiscal; esa frente es la mía.”
Luego de una llamada de atención del juez, Bilbao agregó:
“Decís, o se deduce de lo que decís, que ataco creencias arraigadas, instituciones fijas, inmortales según vos, señor fiscal. Decís que señalo males y errores; que analizo cosas que no deben analizarse; que explico cosas que no deben explicarse; que niego la autoridad antigua; que critico, que analizo las costumbres pasadas; que quiero, que pido, que invoco la mudanza, la sedición, el trastorno…
Pues bien, señor fiscal, en todo lo que maldecís, en todo lo que habéis aglomerado, no hay sino la innovación. He aquí mi crimen.”
Bilbao analizó punto por punto la acusación y finalizó su defensa diciendo:
“Señores, he sondeado la fosa que se me abre; he tanteado la piedra sepulcral que se me arroja y vengo con mi conciencia tranquila a reflejar en mi frente la sentencia absolutoria o a resignarme al fallo que me condena.
Pero también digo, señores jurados, que ya diviso el día en que mi Patria, impulsada por la actividad humana, arrojará una mirada sobre mí, su hijo, perdido por ahora, y esa mirada, iluminando mi nombre, lo estampará radiante en la memoria civilizada de mi patria.”
(Aplausos numerosos y prolongados).
Luego de un extenso debate se dio a conocer la sentencia:
Se condena en tercer grado como blasfemo e inmoral.
El libro fue quemado públicamente en 1846 como acto de censura.
Francisco Bilbao Barquín falleció en Argentina en 1865. Fue un político visionario y filósofo, cuyas preocupaciones intelectuales se reflejaron en obras como El Gobierno de la Libertad, La Ley de la Historia, La América en Peligro, El Congreso Americano, La Revolución de la Honradez, El Evangelio Americano, La Federación, El Mensaje del Proscrito a la Nación Chilena, entre muchas otras.