“Cuesta entender que un país miembro de la OCDE, con el nivel de desarrollo que eso supone, un incendio forestal deje más de un centenar de muertos y nadie se haga responsable de ello”, reclama el académico Hugo Cox.
Por Hugo Cox.- Normalmente febrero era un mes de pocas noticias y, en el ámbito político, quienes quedaban a cargo de las vocerías eran personas con baja visibilidad durante el año.
Pero este 2024 ha sido muy distinto con dos hechos de alto impacto uno de los cuales fue la catástrofe por los incendios que han afectado a la Región de Valparaíso (Viña del Mar, Quilpué, Villa Alemana) donde ya han muerto más de 130 personas y se destruyeron más de 15.000 viviendas. La zona está devastada.
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Chile desde hace mucho tiempo ha sido escenario de incendios forestales de gran magnitud. Existen múltiples razones que explican la gran magnitud de los siniestros entre las cuales están los campamentos levantados sin planificación en cerros no aptos para su urbanización.
Además hay hacinamiento y almacenamiento de variados materiales inflamables. El Estado de Chile no tiene presencia; como en muchos sectores del país, no han existido los controles y, una vez que el escenario de la catástrofe estaba consumado, fallaron las alertas. La población denuncia que no fue avisada con suficiente antelación de la llegada de las llamas.
Otros, simplemente, se negaron a abandonar sus casas, temerosos de perderlo todo por los saqueos. Consecuencia de lo anterior fue que decenas de personas no pudieron escapar del fuego, atrapadas en las estrechas calles de barrios levantados desordenadamente sobre los cerros.
Cuesta entender que un país miembro de la OCDE, con el nivel de desarrollo que eso supone, un incendio forestal deje más de un centenar de muertos y nadie se haga responsable de ello.
Chile está ahora ante una nueva prueba en que la madurez debe primar en todos los sectores. No se debe olvidar que la seguridad ciudadana está hoy en el primer lugar de las preocupaciones de los chilenos, como lo demuestran los diferentes sondeos que se publican cada semana como termómetro de la opinión pública.
La prevención y respuesta a una catástrofe natural también debe formar parte de esa preocupación. Al fin y al cabo, se trata de proteger la vida de las personas.
El Estado está enfrentado a dos situaciones: en primer lugar, dar la asistencia necesaria a las víctimas, investigar y responder a las denuncias de intencionalidad que hay detrás de los incendios y a los posibles hechores, que deben ser castigados y buscar el por qué lo hicieron. Pero, además, debe avanzar en la asistencia de los cientos de víctimas.
Después habrá que reconstruir y no deben cometerse los errores del paso, delinear un plan de prevención permanente, con alertas tempranas y vías de evacuación claras y precisas en donde estos planes sean conocidos por todos.
Desgraciadamente Chile está acostumbrado a las tragedias (maremotos, terremotos, incendios, etc.) y siempre ha demostrado una alta capacidad de resiliencia. Pero eso no debe ocultar las falencias.