Sr. Director
Aparte de limitar el anatocismo, la ley aprobada que regula a los «asesores previsionales» debido al impacto en el patrimonio de sus asesorados, protege a quienes confíen sus ahorros a eventuales charlatanes financieros, peor todavía si de ello depende su jubilación. Para ello, al asesor le obliga a empadronarse y llevar registro de sus avisos, a capacitar a sus dependientes, a indemnizar los perjuicios ocasionados ─respondiendo hasta sus socios, accionistas y administradores─, a ser fiscalizados por la
Superintendencia de Pensiones, a celebrar un contrato de prestación de servicios ─valiéndole encima la Ley del Consumidor─ y prohibiéndole el beneficio directo o indirecto, ya sea propio o de terceros relacionados, de los efectos de mercado derivados de sus sugerencias, así como recibir pagos irregulares desde las AFP o compañías de seguros de vida. Es decir, se allana el mercado para quienes quieran ejercer la asesoría previsional de forma honesta, responsable y transparente, defendiéndonos de los que no, aunque lloren como loro.
Cordialmente
Luis León Cárdenas Graide
Ingeniero Civil en Computación, Universidad de Chile