Por Carlos Francisco Ortiz.- La libertad por la opción sexual debe ser entendida y respetada como un derecho humano fundamental, mismo respeto y consideración que se merece toda condición sexual. El origen natural del ser humano está en la unión del espermio con el óvulo, el uno sin el otro no generan vida humana, por tal razón no existe un antagonismo natural entre el espermatozoide y el óvulo, sino más bien existe coexisten de una manera armoniosa por la vida.
Mientras que la naturaleza nos enseña sobre el surgimiento y desarrollo de la vida en armonía y cooperación, el ser humano por su parte insiste en destruirse a sí mismo como especie. Thomas Hobbes, advirtió que el hombre en el estado de naturaleza no es pacífico, sino más bien “el hombre es un lobo para el hombre” (Homo homini lupus). Entonces, cuando se une en sociedad es con el único interés de sobrevivir. Nos atacamos premeditadamente y no por instinto de supervivencia, pues somos una especie egoísta por naturaleza. Luego, el pensador Edgar Morin nos enseña que el ser humano es una especie que reúne en sí las condiciones de homo sapiens-demens –razón y demencia– autoproclamándose el ser más inteligente del reino animal.
Si observamos la historia de la humanidad, no obstante las luces que ha dado el homo sapiens-demens en las artes, las ciencias y las letras, han sido mayores sus crímenes y miserias. ¿Será que estamos condicionados para aprender y avanzar sino mediante el antagonismo y la destrucción? Pues bien, ante la miseria moral del ser humano, y los muchos abusos que existen en el orden social creado por el homo sapiens-demens, se han levantado voces de mentes preclaras que han intentado reivindicar aquello que llamamos dignidad humana, particularmente, en este caso, los movimientos destinados a defender los derechos y la dignidad de la mujer y las llamadas minorías sexuales ante los abusos del patriarcado.
El orden patriarcal, sin duda alguna ha resultado nefasto para la humanidad, sin embargo, lo que muchos omiten es que el patriarcado en su historia no necesariamente ha estado representado por quién posee un cuerpo masculino, sino que muchas veces ha sido conducido por quién posee un cuerpo femenino. De las palabras griegas árchein que significa mandar, y la palabra patḗr que significa padre, proviene la palabra Patriarca, denominándose de esta forma al patriarcado como aquella forma de organización social cuyo mando y control se reserva exclusivamente al sexo masculino, incluso se podría agregar, de psiquis masculina.
La historiadora Austriaca Gerda Hedwing Lerner (1920-2013), cuyas investigaciones sobre el patriarcado se remontan a la Mesopotamia entre los años 6.000 y 3.000 A.C., en su obra conocida como “La creación del patriarcado” (1986) señaló:
“La institucionalización del dominio masculino sobre mujeres, niños/as en la familia y la extensión del dominio masculino sobre las mujeres es general (…) los hombres ostentan el poder en todas las instituciones importantes de la sociedad y que las mujeres son privadas de acceso a ese poder. No implica que las mujeres carezcan totalmente de poder ni que estén privadas de derechos, influencias y recursos”.
Así pues, el patriarcado es una creación cultural que ha limitado y condicionado a la mujer, al sexo de carácter femenino, a vivir en una especie de esclavitud física e intelectual, sometida completamente a la voluntad del sexo de carácter masculino.
Ante los abusos del patriarcado nace el pensamiento político y social llamado feminismo, neologismo francés féminisme que se formó de la palabra latina “fémina” y el sufijo “isme”, cuyo primer uso tuvo lugar en 1871 cuando Ferdinand-Valérie Fanneau de la Cour, estudiante de medicina, lo utilizó en su tesis titulada “fèminisme et de l’infantilisme chez les tuberculeux”, para referirse a la patología que aquejaba a los varones que sufrían de este mal.
Fue Alejandro Dumas hijo quién en 1872, retomó el término feminismo con un sentido político para desprestigiar a los hombres que apoyaban el acceso de la mujer a sus derechos ciudadanos, sin embargo, no fue sino hasta 1880 cuando la periodista y primera sufragista en Francia Huber Auclert (1848 – 1914) como pionera del movimiento feminista retomó el termino feminismo con una connotación derechamente orientada a la justicia social y política de la mujer.
Entonces, el feminismo en su esencia debe ser entendido como el pensamiento político y social que sostiene que ningún ser humano, ya sea mujer u hombre, debe ser privado de ningún derecho a causa de su sexo, exigiendo para la mujer, particularmente, las mismas libertades y derechos de las cuales gozan los hombres, buscando así mismo eliminar la dominación, manipulación, control y violencia del sexo de carácter masculino sobre la mujer.
Es una realidad que en nuestra cultura existe una visión androcéntrica del mundo que otorga, de manera consciente o no, una posición preferente del hombre como sujeto de referencia sobre la mujer, excluyéndola e invisibilizándola. La intelectual estadounidense Charlotte Anna Perkins (1860 – 1935) mediante su obra The Man-Made World; or, Our Androcentric Culture (1911) introduce el término androcentrism –construido sobre la raíz griega andro: hombre, varón– para describir el fenómeno androcéntrico y sus problemas.
La lucha por suprimir la visión androcéntrica que invisibiliza a la mujer en el mundo, bajo ningún término puede llegar al extremo de caer en el Ginocentrismo, valer decir, en un enfoque dominante o exclusivo de la mujer, pues en tal caso se perdería el sentido de todo anhelo de igualdad y justicia social.
Esta lucha por la igualdad y la justicia social del feminismo, está representada en su color violeta que recuerda el trágico episodio del 25 de marzo de 1911, en el cual murieron 123 mujeres por causa del incendio de la fábrica textil Triangle Shirtwaist en Nueva York, las cuales no pudieron escapar pues la puertas están cerradas para que no pudieran salir durante su jornada laboral. Se dice que el humo que salía de la fábrica producto del incendio era de color violeta.
La grandeza y la nobleza del movimiento feminista debe procurar en la actualidad mantener su esencia y naturaleza para así evitar caer bajo el dominio, control y manipulación de la Misandria, puesto que el neologismo feminismo no debe ser confundido o entendido como Misandria. Frecuentemente se tiende a caer en el error de vincular y confundir feminismo con lesbianismo. El feminismo es una ideología y teoría política y social, mientras que el lesbianismo es una condición u orientación sexual. Si bien es cierto que el lesbianismo ha sido víctima del orden patriarcal, no es menos cierto que en muchas ocasiones el movimiento lésbico en sí, ha estado bajo el control y la manipulación de la Misandria.
El lesbianismo ciertamente es una expresión válida de la sexualidad. Solo mentes retorcidas pueden considerar el lesbianismo como una enfermedad o anormalidad. Enfermedad y anormalidad es la pedofilia y la pederastia existente y defendida en, y por, la curia de la Santa Iglesia Católica.
El lesbianismo es una expresión de amor, romanticismo y atracción sexual que experimentan las mujeres por otras mujeres. La poetisa griega de la época arcaica Safo de Mitilene (Lesbos 650 – Léucade 580 a.c.), conocida como Safo de Lesbos, quién tenía su hogar en la isla griega de Lesbos – nombre del cual deriva la palabra “lesbiana” – quién estaba a cargo de un grupo de mujeres jóvenes para su instrucción y diversión, en su poesía proclamaba su amor por la jóvenes.
Pues bien, el lesbianismo como expresión de amor y atracción sexual de una mujer por otra, al igual que el feminismo, no debe ser confundido o entendido como Misandria. Sí, guste o no, existen las psicopatías que tienen la capacidad intelectual suficiente y necesaria para aprovecharse de las personas más ignorantes y faltas de educación y de luz. La psicopatía o personalidad psicopática es un trastorno antisocial de la personalidad y no comporta ninguna anormalidad intelectual, de ahí su muy difícil detección por las masas ciegas e ignorantes. Entonces, se debe tener especial cuidado con la Misandria al momento de decidir y asumir ser dirigidos y conducidos por otras mentes.
La Misoandria o misandria, cuya etimología viene del griego Miso: que odia; derivado de andrós: varón, fue definida en 1909 en la enciclopedia The century dictionary, como: “Odio hacia los varones; mala opinión acerca de los varones, considerándolos como injustos y opresivos hacia las mujeres”.
Se debe siempre tener presente, lo cual es del todo cierto, que el origen natural del ser humano está la unión del espermio con el óvulo, el uno sin el otro no generan vida humana, por tal razón no existe un antagonismo natural entre ellos, entonces, no sería del todo prudente, ni moral, ni intelectualmente aceptable una ideología consistente en despreciar al varón como sexo por el solo hecho de su condición natural masculina, llegando a la insanía de denigrar y agredir verbal y físicamente al varón, llegando a la violencia de género, viendo al hombre como el chivo expiatorio de todos los males que aquejan a la mujer.
Es menester precisar que la Misandria no debe confundirse con la Androfobia, que deriva del griego andrós: varón; y fobía sufijo que significa: aversión. La androfobia como trastorno de la psiquis, es un rechazo anormal y persistente hacia los varones y todo lo que sea relacionado con lo masculino.
En definitiva, existe una notable diferencia entre feminismo, lesbianismo y misandria, distinción que se hace necesaria en estos tiempos actuales de revueltas sociales que luchan contra los abusos y privilegios de las oligarquías y de los poderes fácticos totalitarios, toda vez que, los nobles y del todo válidos principios en los cuales se fundan los movimientos feministas y lésbicos -entre otros-, no deben ser desvirtuados ni perder su legitimidad, en su esencia y naturaleza, al caer eventualmente bajo el control y la manipulación de mentes de naturaleza misándricas.
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