Opinión

Francia al borde: entre el voto de confianza y la ingobernabilidad

Francia enfrenta una crisis institucional profunda: el voto de confianza solicitado por Bayrou podría marcar el fin de su gobierno y abrir un nuevo ciclo de incertidumbre política, económica y social.

El primer ministro de Francia, François Bayrou solicitará un voto de confianza al Parlamento el próximo 8 de septiembre, con el respaldo del presidente Emmanuel Macron. Lo más probable es que dicho voto sea rechazado, lo que obligaría a Bayrou a presentar su renuncia y significaría el término de su gobierno.

Según las encuestas, Macron cuenta con el apoyo de apenas el 25 % de los franceses. Un 63 % está a favor de disolver la Asamblea Nacional, el 68 % cree que debería renunciar si no obtiene mayoría parlamentaria, y el 74 % considera que el país seguirá siendo ingobernable independientemente de lo que se haga. Estos datos reflejan el estado de ánimo de una sociedad profundamente desencantada.

Ver también:
La crisis política de Francia en el análisis de Alberto de Filippis

La crisis actual se origina en el proyecto de presupuesto que Bayrou debería presentar en octubre, el cual contempla una reducción de 44.000 millones de euros en el gasto público. Más del 60 % de los ciudadanos rechaza esta propuesta, que incluye recortes sociales y la eliminación de dos días festivos. La deuda pública de Francia asciende a 3,3 billones de euros, generando intereses de aproximadamente 5.000 euros por segundo.

Todos los partidos políticos y organizaciones sociales reconocen que la situación es insostenible. Sin embargo, las divergencias se centran en el origen del endeudamiento y en cómo distribuir equitativamente el costo de las medidas de ajuste.

En el plano político, la izquierda, los verdes, los socialistas y el Reagrupamiento Nacional (RN), el partido de extrema derecha más grande de Francia, han anunciado que votarán en contra del voto de confianza solicitado por Bayrou.

Las opciones de Macron para enfrentar la crisis son limitadas: lograr una mayoría parlamentaria que le permita nombrar un nuevo primer ministro de su confianza (algo que hoy parece improbable), disolver nuevamente la Asamblea Nacional o renunciar y convocar elecciones presidenciales.

Cabe recordar que la disolución de la Asamblea en 2024 fue una derrota total para Macron. A pesar de ello, y gracias a las facultades que le otorga la Constitución, logró formar un gobierno de minoría, ignorando el resultado electoral en el que la oposición fue ampliamente vencedora.

Otra alternativa sería nombrar un primer ministro de oposición para constituir un gobierno de cohabitación, es decir, con posiciones políticas contrarias a las del presidente. Esto podría hacerse sin disolver la Asamblea o reconociendo su eventual derrota. Tanto el Partido Socialista como RN han manifestado su disposición a formar gobierno en esas condiciones.

Respecto a la exigencia de dimisión de Macron, no existe consenso en la oposición. Por su parte, el presidente ha declarado que piensa cumplir su mandato hasta 2027.

La situación política, económica y social de Francia es compleja y tensa. A esto se suma una gran movilización social y una huelga general convocada para el 10 de septiembre, que cuenta con amplio respaldo ciudadano.

La proximidad de las elecciones municipales a principios del próximo año complica aún más el panorama, ya que las estrategias electorales de cada partido dificultan la posibilidad de acuerdos políticos más amplios.

Además, el contexto internacional añade incertidumbre. Europa, en medio de una crisis económica, se ha comprometido a realizar compras de energía por 750.000 millones de dólares a Estados Unidos, sumar 600.000 millones en inversiones en ese país y ha sufrido un aumento del 15 % en los aranceles de productos exportados hacia Norteamérica. También se ha comprometido a incrementar significativamente el gasto militar en los próximos cinco años.

En el ámbito geopolítico, Francia, junto con Inglaterra y Alemania, ha liderado una postura de apoyo activo a Ucrania en su guerra contra Rusia, lo que se refleja cotidianamente en la prensa europea. Esta posición añade riesgos evidentes a una situación ya de por sí volátil.

Alvaro Medina

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