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Fuerzas Armadas y populismo: el olvido es peligroso

El llamado de líderes populistas a la intervención de las Fuerzas Armadas puede ser utilizado como una herramienta para consolidar el poder, pero también plantea serias preocupaciones sobre el respeto a los derechos humanos, dice Hugo Cox.

Por Hugo Cox.- Pareciera ser que el diluvio del olvido se hace presente en la sociedad.

Una sociedad se forma apelando a un sentimiento de trascendencia que se cimenta en el recuerdo, la fundamentación cívica de un país. El estudio del pasado permite construir el presente y proyectar el futuro, evitando el olvido.

Los sectores políticos (particularmente alcaldes) tanto de la derecha como la izquierda woke, piden la intervención de las Fuerzas Armadas para combatir la inmigración ilegal, el narcotráfico y la delincuencia, dando paso a un populismo ramplón.

A este punto llega el temor a no ser reelegidos. No olvidemos que Bukele era un alcalde “progresista” que termina siendo presidente… La tentación para muchos es grande.

Cuando el populismo se transforma en movimiento político, a menudo busca establecer una conexión directa y emocional con el pueblo, presentándose como el único representante legítimo de los intereses de la mayoría.

En algunos casos, los líderes populistas pueden recurrir al llamado a la intervención de las Fuerzas Armadas por varias razones:

1.- Refuerzo de la autoridad: Los líderes populistas pueden ver el despliegue de las Fuerzas Armadas como una forma de reforzar su autoridad y demostrar su capacidad para mantener el orden y la seguridad nacional. Esto puede ser especialmente relevante en momentos de crisis política o social, donde el líder populista busca mostrar una imagen de liderazgo fuerte y decisivo.

2.-Movilización de apoyo: Al presentar la intervención militar como una medida para proteger al pueblo contra amenazas percibidas, los líderes populistas pueden movilizar el apoyo popular y consolidar su base de poder.

La retórica populista tiende a dividir el mundo entre «el pueblo» y «las élites» o «los enemigos del pueblo», y el llamado a las Fuerzas Armadas puede enmarcarse como una respuesta en defensa del pueblo contra estos supuestos enemigos.

3.- Control de la oposición: En algunos casos, los líderes populistas pueden recurrir a la intervención militar para reprimir a la oposición política o a movimientos sociales que consideren una amenaza a su autoridad. Esto puede manifestarse en la forma de detenciones arbitrarias, represión de protestas o censura de medios de comunicación críticos.

4.- Desestabilización democrática: La intervención de las Fuerzas Armadas en asuntos civiles puede socavar los principios democráticos y debilitar las instituciones democráticas al militarizar la política y erosionar los controles y equilibrios del poder.

Esto puede crear un entorno propicio para el autoritarismo y el debilitamiento de las libertades civiles.

5.- Falta de confianza en las fuerzas de seguridad civiles: En algunos países, la policía u otras fuerzas de seguridad civiles pueden ser percibidas como corruptas, ineficaces o incapaces de manejar situaciones de crisis de manera adecuada.

En tales casos, el gobierno puede recurrir al Ejército como una opción más confiable para mantener el orden. Aquí radica el peligro, cuando se pierde la fe pública y la credibilidad en los gobernantes y las instituciones.

En resumen, el llamado a la intervención de las Fuerzas Armadas por parte de líderes populistas puede ser utilizado como una herramienta para consolidar el poder, movilizar el apoyo popular y reprimir la oposición, pero también plantea serias preocupaciones sobre el respeto a los derechos humanos, la democracia y el Estado de Derecho.

Es importante que cualquier intervención militar en asuntos civiles se realice dentro de los límites establecidos por la ley y los principios democráticos, y que se garantice el respeto a los derechos fundamentales de todos los ciudadanos.

Este es el riesgo que se corre, pero se olvidan los costos que pagó la izquierda directamente, y la sociedad toda, con la intervención del año 1973.

El discurso fácil para conectar con la emociones de un sector de la sociedad puede conducir a caminos que no se desean. El olvido es peligroso.