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Gran Bretaña es grande

Por Alejandro Félix de Souza (desde Panamá).– Este fin de semana se llevó a cabo la coronación oficial de Carlos III como nuevo Rey del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.

Ese país jugó un rol muy importante en mi formación como persona. Tuve una maravillosa nanny inglesa, Mary, a quien visité hasta cumplir los 30 años (falleció mientras me encontraba en Japón), que fue fundamental para que yo pudiera vencer mi tartamudez en mi primera infancia.

Hasta el día de hoy recuerdo verla con esos enormes ojos azules, en su casa, a media cuadra de la mía, invitándome a tomar el té de las cinco de la tarde con sus galletas (que guardaba en esas latas inglesas cuadradas y grandotas), y con el ruido de fondo de los gorjeos y trinos de sus loros y sus cardenales.

Ver también:
La crisis interna en Gran Bretaña y sus consecuencias

Como la mayoría de los niños de mi época en Uruguay (el país más pro-británico de Sudamérica), estudié inglés británico (en esa época eran raros los casos de niños que aprendían el inglés de Estados Unidos), y la mayoría de nosotros, cuando nos asomábamos al mundo anglosajón (aunque nuestra formación era mayoritariamente francófila), lo era a través de los grandes pensadores y las costumbres británicas, que en Uruguay persisten y resisten todavía, hasta el día de hoy.

Quizás ese haya sido uno, entre tantos otros factores, que han hecho de ese país un país “raro” en América Latina.

Con el tiempo (no es fácil ni para la gente ni para un país ser parte del “Club del Tuvo”: tuvo fincas, tuvo empresa, tuvo plata). Gran Bretaña ha sabido vivir admirablemente su declive como superpotencia hasta estabilizarse como potencia intermedia.

En ese proceso de “aceptación de la realidad y crecimiento espiritual”, ha integrado en forma muy positiva a los extranjeros y minorías: tiene un Primer Ministro de nombre y origen Indio; un First Minister escocés musulmán, de origen Pakistaní; y un Alcalde de Londres musulmán, de origen Pakistaní. Todos son primera generación nacidos en Gran Bretaña, lo que habla muchísimo de la cultura, la movilidad social ascendente, y la apertura mental de la sociedad británica de hoy en día.

Hay que tener en cuenta que Gran Bretaña tiene armas nucleares y, aún así -como pasa en otras potencias nucleares, como Estados Unidos y Francia- se dan muchos casos de Ministros de Defensa y Secretarios de Estado o Relaciones Exteriores que son ocupados por personas nacidas en el extranjero, siendo algunos de los casos más notorios y recientes en Estados Unidos, el de Henry Kissinger y el de Madelaine Albright.

En homenaje a esta gran nación británica, que ha dado tanto al mundo, y que me dio mi tercera lengua, comparto con ustedes algunas fotos de dos libros de autores fundamentales en mi biblioteca, y en la historia del pensamiento universal.

Gran Bretaña y los libros

El primero es del gran filósofo y pionero del pensamiento liberal y tolerante, el médico John Locke, ideólogo de ese hito fundamental en la historia del liberalismo y en la contención del absolutismo monárquico, que fue la “Revolución Gloriosa” de 1688.

El libro, editado en 1699 en vida de John Locke (esta es la tercera edición revisada por el autor, con tapa y notas de época) es, junto con el “Emilio” de Rousseau, el texto más importante para la educación de los niños en los siglos XVIII y XIX: “Some Thoughts Concerning Education”, donde ofrece una visión totalmente innovadora sobre la educación, que piensa debe ser igual para niños y niñas.  Algo revolucionario para la época.

El segundo libro es la cuarta edición (1785), publicada en vida del autor, con sus revisiones y adiciones, de otro libro fundamental, y fundacional de la ciencia económica: la cuarta edición de “La riqueza de las naciones”, de Adam Smith, también en encuadernación de época. Este es considerado por los economistas de cualquier orientación ideológica el libro más importante de la ciencia económica, y otro libro fundamental en la demolición del absolutismo monárquico, que fue muy rápidamente incluido en los conocimientos condensados en esa otra gran obra fundamental para el liberalismo progresista, que fue la Enciclopedia de Diderot y D´Alambert.

De estos libros y autores conversaremos en próximos artículos, para seguir el viaje intelectual en esta increíble e inacabada peripecia humana. Mientras tanto, y mientras agradecemos a esta GRAN Bretaña por el enorme beneficio neto-positivo que le ha dado a la humanidad, y por darnos la novedad de una monarquía racional, que hoy en día tiene entre sus principales autoridades a “nuevos” británicos representantes de las minorías, decimos al Rey Carlos III, “Dios salve al Rey”.