Por Carlos Cantero Ojeda.- En la sociedad que emerge domina el individualismo. Hay quienes sienten que no deben nada, que no necesitan de nadie, ensimismados, autosuficientes, ególatras, desagradecidos. La falta de empatía, agradecimiento y gratitud, constituyen la soberbia y tiene causa conocidas: la ignorancia, el fanatismo y la ambición.
Somos y estamos en el mundo por otros, somos el fruto del amor… o de la pasión, de un impulso racional… o emocional, de una decisión… o una consecuencia. Luego, en el camino de la vida, las cosas no son muy distintas. Algunos creen que son el fruto de sus méritos. Pero sólo una pequeña parte tiene que ver con nuestra entrega, esfuerzo y compromiso. Son muchas las personas que nos han ayudado en la vida. Somos lo que somos por la tensión entre el altruismo y egoísmo, entre el yo y el nos, entre bonhomía y soberbia.
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En mis inmersiones espirituales me pregunto: ¿De qué y de quiénes estoy agradecido? ¿Cuál es mi emoción más consciente? Mi respuesta es: la gratitud. Ese sentimiento o actitud de reconocimiento por beneficios recibidos, el agradecimiento por las cosas buenas. Una emoción positiva que implica valorar lo que la vida nos ha ofrecido, estado de gracia, que es foco de la religión y la filosofía ética. ¿Has tenido estos estados de gracia?
Esa gratitud surge del grado de consciencia, de la caridad (del latín caritas: amor al prójimo, amor a la humanidad), estado de misericordia y maestría interior, luz divina en nuestra espiritualidad. La caridad es la práctica del bien, la corrección fraterna, benevolencia, reciprocidad, amistad y comunión generosa.
La gratitud es gozo y paz, nos permite ser conscientes de lo bueno de la vida. Nos ayuda a ser felices y optimistas, a ser empáticos y sociables, a gestionar las emociones negativas (envidia, depresión y estrés); ayuda a una vida más saludable, al mejor descanso, a la inmunidad y resiliencia, a mayor autoestima y esperanza.
Tenemos tanto y a tantos que agradecer, desde lo simple a lo complejo, desde lo pequeño a lo grande, tantas cosas que damos por sentado: a nuestros padres y madres por darnos vida, a la familia, a los amigos, a la educación, la salud, agradecer por la comida, agua, por la amistad, el consuelo, la fraternidad. Agradezcamos los dones de la vida, honremos a tantas personas altruistas, a quienes debemos gratitud. Practiquemos la gracia hacia alguien o algo, en el discurso y la oración.
¿A quién le agradeces? ¿Qué agradeces? Ruego al Gran Hacedor, a la Fuerza Primera, a Dios uno y todo, que nos inspire gratitud universal, hacia quienes irradian amor altruista, bendecir a quienes nos otorgan su gracia, con ese amor crístico, que es: fraternidad, com-unidad y unicidad. Para ti lector vayan mis bendiciones, a todos les deseo elevación de consciencia y espiritualidad fecunda. ¡Qué así sea para todos Nos!
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