
Por Ángela Garretón.- En Chile, la inclusión laboral de personas con discapacidad intelectual continúa siendo una asignatura inconclusa. A pesar de los avances normativos, como la Ley 21.015, que obliga a las empresas con 100 o más trabajadores a reservar al menos un 1% de su dotación a personas con discapacidad, la brecha entre el discurso y la práctica sigue siendo profunda.
Muchas empresas aún no abren sus puertas a esta población, lo que refleja, en muchos casos, una combinación de falta de compromiso y desconocimiento sobre cómo avanzar hacia una inclusión efectiva. Esta requiere ajustes razonables, capacitación y acompañamiento técnico, no solo para cumplir con la ley, sino para transformar la cultura organizacional.
La inclusión laboral no es un favor ni una carga: es un derecho humano y una oportunidad de crecimiento para las organizaciones y la sociedad. Las cifras recientes lo confirman. Según la Encuesta Nacional de Discapacidad y Dependencia (ENDIDE 2022), existen en Chile 2,7 millones de personas mayores de 18 años con algún tipo de discapacidad, de las cuales un 35,4% está en edad de trabajar. Sin embargo, en mayo de 2023, solo 55.526 personas con discapacidad tenían un contrato formal.
Aunque aún no existen estadísticas desagregadas sobre discapacidad intelectual, diversos estudios nacionales coinciden en que este grupo enfrenta las mayores barreras de acceso y permanencia en el mundo laboral. Frente a este escenario, la colaboración entre instituciones educativas, programas de formación sociolaboral, ONG especializadas y empresas comprometidas se vuelve clave. Trabajar en red permite construir entornos laborales accesibles, acompañar los procesos de inserción y demostrar que las personas con discapacidad intelectual pueden desempeñar un rol productivo, significativo y sostenible en el tiempo.
Este 2025, la Teletón se realizará los días 28 y 29 de noviembre. Más allá de su tradicional labor en rehabilitación, representa una oportunidad única para ampliar el foco hacia la inclusión laboral. Puede aportar en tres dimensiones esenciales:
La inclusión comienza cuando se crean vínculos de colaboración, se rompen prejuicios y se asume la responsabilidad compartida de construir un país donde cada persona, sin importar su condición, pueda aportar desde sus capacidades y talentos. La colaboración entre instituciones, expertos y empresas podría transformar este desafío en una oportunidad histórica para Chile.
Ángela Garretón Sánchez es académica de la carrera de Pedagogía en Educación Diferencial, U. Central
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