Sr. Director
Con gran satisfacción en los últimos años hemos sido testigos de cómo los estudiantes con Síndrome de Down están siendo incluidos dentro del sistema de educación regular. Hace poco tiempo atrás tener un hijo con esta condición era desalentador. “No va a caminar, no aprenderá a leer, no aprenderá a sumar…” era parte de lo que se les escuchaba decir a los especialistas.
Y es que las personas que nacen bajo esta condición deben esforzarse más que el resto para tener logros, para ser reconocidos por parte de la sociedad. La estimulación temprana desde su nacimiento con profesionales de apoyo forma parte de la base para la adquisición de sus aprendizajes. Es una vida entera de esfuerzo y de soportes, donde cada terapeuta, profesor, fonoaudiólogo y familia cree en sus talentos.
La inclusión de los estudiantes con Síndrome de Down, antes olvidados, es un aporte para la sociedad y ya no depende de la “buena voluntad”. Los profesores y la sociedad están logrando un cambio de mirada, ver a la persona que está tras esta condición, entendiendo que se trata de estudiantes con sus propias necesidades educativas, que pueden estar aptos para llevar una vida escolarizada como el resto de sus compañeros neurotípicos. A su vez, las familias van logrando concretar su proyecto de vida, como la del resto de sus hijos que son capaces de integrarse a la sociedad, tener un trabajo, pareja, además hoy existen leyes que les permiten contar con un salario, protección y trato de equidad en su vida laboral.
Al centrarnos en las habilidades de cada uno podemos construir, por el contrario, al centrarnos en las deficiencias ya no podemos construir y esto es en relación con todos los alumnos independiente de su condición. Los docentes debemos centrarnos en sus fortalezas, cambiar el enfoque y migrar desde un modelo centrado en el déficit hacia un modelo centrado en el aprendizaje generando las condiciones favorables para que puedan aprender y participar los alumnos con Necesidades Educativas Especiales (NEE).
Existen buenas prácticas pedagógicas que los establecimientos educacionales pueden implementar para optimizar el proceso de aprendizaje. El trabajo colaborativo entre profesores, la incorporación del estudiante en las actividades grupales de su aula, las adecuaciones que diversos colegios han hecho producto de la pandemia y que permiten priorizar objetivos, entre otros.
El pasado 21 de marzo, cuando conmemoramos el Día Internacional del Síndrome de Down, nos alegra saber cómo los mitos que hay en torno a ellos se van derribando. Dejan de ser “los eternos niños”, “los angelitos” “la discapacidad intelectual es una enfermedad” para transformarse en seres valiosos, que aportan a la sociedad. Un trayecto que se irá consolidando a medida que la Educación Inclusiva se vaya fortaleciendo.
Cordialmente
Maricarmen Álvarez
Especialista en Discapacidad Intelectual Fundación Mis Talentos.