Por Hugo Cox.- Constantemente asistimos a hechos que marcan el rechazo a otro, un rechazo a lo diferente, aquí surge el nexo entre el rechazo al otro y la aporofobia, objetar al otro que no es de mi círculo o de mi sector social, quien no pertenece a mi clase, no es de los míos, y por tanto, es inferior a mí.
El siglo XXl, nos muestra signos cada vez más fuertes de intolerancia, que se expresa por ejemplo en la xenofobia, la aporofobia, el rechazo al otro, etc.
La aporofobia es el rechazo a la pobreza (Adela Cortina), pobreza que existe con fuerza a pesar de que el crecimiento mundial es alto, más alto que en otros períodos de la historia, existiendo antecedentes empíricos de que la pobreza puede ser erradicada. Pero se constata cada vez más que el modelo capitalista en su versión neoliberal, no ha sido capaz de reducir las desigualdades, la pobreza y las exclusiones, como lo observamos por ejemplo en América Latina.
La filósofa española Adela Cortina en su texto “Aporofobia, rechazo a la pobreza”, realiza un exhaustivo análisis del tema, y caracteriza la pobreza no solo desde el punto de vista económico, sino de sus implicancias, como problemas de salud, baja esperanza de vida, violencia, enfermedades mentales, droga, alcohol, etc., características que se rechazan por parte de otros sin ningún análisis del porqué.
Hoy vemos que existe una asimetría entre el discurso y los hechos y nada apunta a una solución real del problema. Normalmente, la educación ha sido usada como vehículo para mitigar las patologías sociales del tipo xenofobia o la misma aporofobia; pero este esfuerzo se ha visto mermado por una sociedad que se desencanta de la política, y está girando hacia un consumismo hedonista e individualista (Bauman).
Para hacer frente a lo anterior es necesario fortalecer la política y, a su vez, sus instituciones deben ser capaces de empoderar a las personas discriminadas y acabar con la aporofobia y el rechazo al otro impulsando una economía social y solidaria impregnada de una ética cívica.
En el rechazo al otro se esconde un rígido determinismo cultural, en el que se considera que los individuos actúan fundamentalmente de acuerdo a las normas de su propio grupo social o clase.
En síntesis: la aporofobia y el rechazo al otro son parte de una misma problemática y cuyas bases las encontramos en la política, por lo tanto, la solución es política, y la democracia juega un rol fundamental tanto en las políticas públicas como desde la perspectiva de la ética cívica, en el conocer al otro, entender sus necesidades, sus razones, entender el mundo, el aquí y el ahora. Aquí importan la mediación, el pluralismo, y que el conocer al otro o el miedo al otro no se transformen en intolerancia, en reacción agresiva contra los “barbaros”.
La democracia y sus distintos instrumentos deben ser la base de sustentación para una política que elimine los miedos y las inseguridades.