Miguel Mendoza repasa los incumplimientos del presidente Boric con su propio sector, y cómo esa sensación le pasará la cuenta a nivel de apoyo electoral.
Por Miguel Mendoza.- El presidente Gabriel Boric ya no es el mismo desde que asumió como primera autoridad de nuestro país. Su discurso otrora disruptivo, muy crítico a la política de la ex Concertación, de la derecha y las grandes fortunas, va cuajando a un político de izquierda moderado y tibio.
Hay que decirlo: su convicción de pseudo revolucionaria de caviar no ha cambiado y ha quedado intacta, pero se tuvo que acoplar al sistema político-económico que ha regido en Chile durante los últimos 40 años.
En 2021, cuando Gabriel Boric era diputado y candidato presidencial, decía: “Si Chile fue la cuna del neoliberalismo, también será su tumba”. Con esto, el candidato empatizó y enamoró a la izquierda sin apellidos que siempre fueron huérfanos en la política post dictadura, postergados por la ex Concertación y quedando como vagones de cola en la ex Nueva Mayoría.
Ese romance político con una izquierda ignorada que confió plenamente en Boric, le dio la victoria en las presidenciales de diciembre de 2021.
Su extenso programa de gobierno de 227 páginas, con 53 ejes que en un inicio eran inquebrantables, pero al pasar el tiempo ya no fueron prioridad. Si bien las 40 horas y el sueldo mínimo a 500 mil pesos se han cumplido, el eje central de su programa fue la Reforma tributaria, que iba a subir 8 puntos del PIB según el ministro de Hacienda Mario Marcel, fue rechazada en marzo de 2023.
Esto significó un contundente golpe al mandatario, y el gobierno responsabilizó a quienes rechazaron esta reforma de detener todos los avances sociales y económicos del país. Quedaron atrás también la eliminación de las AFPs, la condonación del CAE y el impuesto a los super ricos que estaban en los ejes de su programa de gobierno.
Lo que más ha decepcionado a la izquierda es negar el simbolismo del estallido social, a través de su emblema, el Perro “MataPacos”, ya que fue el ícono de la mal llamada “revuelta social”.
Hay que decirlo, muchas autoridades del actual gobierno, fiscales y jueces tenían este símbolo en poleras y en sus laptops ya que entre 2019 y los comienzos del gobierno de Boric era una bandera de lucha. Ahora es un símbolo contra Carabineros y sus mártires.
Además, cabe resaltar que el Ejecutivo salvó a las Isapres con la “ley corta” y diputados oficialistas apoyaron en su mayoría para mantener con vida el sistema de salud privado. Esa fue la gota que rebalsó el vaso de quienes creían fielmente que el mandatario iba a “cambiarlo todo”.
Esa rabia de sus votantes y de la izquierda dura y sin apellidos le pasó la cuenta a Gabriel Boric y cada vez que pasan las semanas su 30% de apoyo duro va disminuyendo, porque ese sector recuerda con nostalgia a Allende como su referente de las transformaciones sociales, mientras sienten que Gabriel Boric se “vendió” a la derecha y los poderes fácticos que controlan nuestro país.
Miguel Mendoza Jorquera, Tecnólogo Médico, militante de Amarillos por Chile y conductor del Programa Manos Libres en El Pensador.io