Por Carlos Cantero Ojeda.-La derecha chilena perdió el sentido de la realidad, navega sin brújula. No hay autocrítica ni urgencia por la unidad, carece de liderazgos habilitantes y solo muestra acomodo coyuntural, pragmático e inconsistente. No supo leer el estallido social de octubre del 2019 y el tsunami electoral que le arrasó en las elecciones recientes. Muestra un proceso de fragmentación, un desfonde electoral, su discurso político no tiene sintonía ciudadana y carece de sentido social. Los liderazgos dominantes muestran ensimismamiento cívico, purismo ideológico, mitomanía, clasismo, sectarismo, endogamia y nepotismo.
Hay sectores de la derecha que -sin disimulo- siguen sometidos a la égida de los dueños del dinero, más comprometidos con el bien privado que con los bienes públicos o el bien común. La autonomía es reactiva al dictamen de terceros, véase el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, del 15 de noviembre de 2019 y extraños cambios de posición y trasbordos en las ideas. La hegemonía de los poderes fácticos, no permite leer las adversas señales en el escenario político actual y la necesidad de cambios radicales hacia un sentido de mayor pluralidad.
En el peor momento de debilidad y crisis de liderazgo, las dos almas de la derecha están en una tensión de ruptura. Unos tironeados desde la derecha económica, sectores conservadores y los que añoran la democracia protegida, que hace rato articulan una estrategia de polarización. En lo electoral apostaron por la conformación de dos bloques y luego hablaron de los tres tercios. No fue ni lo uno ni lo otro. Peor aún, en la elección de la Asamblea Constituyente apenas alcanzaron el 20% de los pocos votos emitidos. El otro sector de la Centro-derecha intenta una estrategia de posicionamiento más al Centro, que interprete a los independientes (80% restante que no concurre a las urnas), promoviendo un enfoque social. Pero, los poderes fácticos rechazaron esta opción, restando su apoyo económico y político.
A quedado claro quienes -en los partidos de la Coalición de Gobierno- han rendido su lealtad a esos poderes por sobre su militancia. Incluso continua una guerra sucia, de fuertes descalificaciones (véase el tratamiento hacia Mario Desbordes y su proyecto). Como ha sido habitual en el sector, se recibe “fuego amigo”, es decir, los disparos no vienen desde los adversarios sino desde los propios, algunos con escasa diplomacia, mimetizando su rol en este oscuro proceso. En RN, impresiona la animosidad hacia su candidato y la intención de generar libertad de acción. Entre acción y reacción habrá malas consecuencias.
De cara a los desafíos electorales (21 de noviembre), es muy evidente que habrá dispersión de la votación, las amenazas vienen desde la derecha más radical (Republicanos), que tendrá candidato propio en la presidencial y también en las parlamentarias. Desde el Centro, los Independientes y desencantados de la derecha, también tendrán sus propios candidatos. Esta dispersión será el tercer y cuarto tren de olas (presidencial y parlamentaria) del tsunami electoral. Es imperativo asumir que se acabó la democracia protegida, que ya no es viable la teoría del empate gatopardo. Las elecciones se ganan con votos, con legitimidad, credibilidad, respeto y fidelidad con el electorado. Por eso es urgente que el sector asuma su compromiso, participando en la primaria presidencial y en las elecciones de noviembre próximo. Será la última línea de contención.
Se requiere refundar el sector, un urgente y profundo cambio de actitud, lograr disciplina, unidad y de respeto a la diversidad. Se requieren ideas frescas + liderazgos convocantes y habilitantes + Unidad para la acción, desde un CENTRO REPUBLICANO. Es evidente que en noviembre surgirán nuevos alineamientos y correlaciones que re-definirán el destino de un sector ya muy enclenque y debilitado. Se superará la conceptualización de derecha y hablaremos de otros conceptos: ciudadano, social, republicano, democrático y eco-sistémico. El lenguaje construye la realidad y por eso será imperativo superar la negativa carga asociada a la derecha, caso contrario se agudizarán los altos costos políticos.
Carlos Cantero Ojeda es geógrafo, Dr. en Sociología en la UNED-España. Ex Senador y Vicepresidente del Senado de Chile