Patricio Hales conmueve con una nueva reflexión que liga a un “Croquis para Pensar”. Esta vez, con la imagen del cementerio, con la resonancia aún en el espíritu de la muerte del ex presidente Sebastián Piñera, reflexiona sobre el significado humano y republicano.
Por Patricio Hales.- Algunos no entienden que se puede discrepar profundamente con las ideas y la persona del ex Presidente Piñera y, a la vez, homenajear la investidura presidencial que ejerció por mandato popular. El pésame público reconoce que ha muerto un Presidente de la República.
Por eso, al poco rato de su muerte y antes de cualquier expresión oficial, de manera espontánea, en el borde del Lago Ranco donde cayó el helicóptero, unas pocas personas convocadas por nadie más que su asombro por la noticia, comenzaron a cantar la Canción Nacional bajo la lluvia, cuando vieron sacar del agua el cuerpo sin vida del Presidente don Sebastián Piñera Echenique. Fue conmovedor ese prólogo popular al masivo funeral de Estado posterior.
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Es que, en medio de la descomposición de la política y el manifiesto desprecio mayoritario hacia nosotros lo políticos, subyace con lágrimas, un anhelo nacional republicano de redignificar la función pública y la Institucionalidad Política como recurso de todos.
Porque en las profundidades del rechazo a la política y a los políticos, expresado objetivamente de manera rotunda en todas las encuestas de opinión, es posible afirmar que -escarbando en ese repudio por nuestras incapacidades, faltas y fallas con que los políticos y a menudo las instituciones, hemos desilusionado a nuestro propio pueblo- vibra en los chilenos un anhelo vital por la buena política.
Algo fetal que flota en el interior de la Democracia, conmueve al país en los días del funeral de un Presidente, interpelando a los políticos para que mejoremos rotundamente la Política. Que mantengamos nuestras diferencias sin promover conductas que abran paso al populismo, la anarquía o el autoritarismo.
Sin distinción partidaria y por sobre las discrepancias, el pésame público ha sido generalizado, sin disolver las recientes y pasadas historias de adversidades electorales u oposiciones, a los dos gobiernos del Presidente Piñera. Varios de sus más descalificadores, incluidos algunos de los que pidieron su renuncia al cargo presidencial, saludan su memoria.
Muchos políticos que impulsaron y apoyaron la acusación constitucional para destituirlo como Presidente, reconocen el irredargüible mérito político que constituye haber sido electo en dos mandatos por firmes decisiones del pueblo, que expresó su libre preferencia en dos actos democráticos por el entonces candidato Sebastián Piñera.
Algunos, dolidos por la pérdida de su vida porque lo conocimos personalmente, valoramos los méritos democráticos por los cuales, a pesar de nuestras fuertes diferencias políticas, cooperamos con su gobierno en aquellas materias en las que el Presidente Piñera nos demandó nuestra oposición constructiva.
No olvidamos su conducta pública contra la Dictadura, creándose resistencias en sus propios aliados electorales. Esa complejidad de su conducta política evidenciaba el firme y fuerte carácter de demócrata que todos los políticos han destacado al momento de expresar su pesar por su muerte.
Este ambiente democrático del funeral no resuelve la descomposición política de fondo que vive Chile pero, aunque doloroso, es un buen potencial de pedagogía política que los políticos debemos trabajar.
Las expresiones simplonas contra la Política, la crítica destructiva hacia ella, el “que se vayan todos”, las críticas al bulto, son desmentidas por este momento de reflexión que nos deja, como último legado, el ex Presidente.
Los pésames políticos de esta ocasión no borran las diferencias por el típico oportunismo funerario, sino que, manteniéndolas, permiten valorar la conducta de un ex Presidente fundador y activo militante político, en un país que luchó por la Democracia. El país llora la muerte de uno de los que contribuyó a recuperar y preservar esta Democracia.
Los homenajes al Presidente Piñera no constituyen un blanqueo a la derecha, aunque más de alguno busque sacar esa ventaja. Los juicios sobre un gobierno, programas, gestión y liderazgo, son materias de libre opinión que no deben impedir valorar la Democracia representada en la más alta autoridad electa por su pueblo.
Esa comprensión política es la que ayuda a derribar el descrédito de ésta. Porque la unidad del país no reside en la igualdad de las ideas sino en el cultivo de la Democracia como sistema común que nos da a todos la oportunidad de elegir.
Los que esperaban el cuerpo en la orilla, cantando el himno que nos marcó desde niños un sentido de pertenencia a la República, lloraban la institucionalidad accidentada representada en el más alto cargo. Ese primer pésame público a la Política lo siento una interpelación a que, los responsables de echarla a perder, trabajemos para recuperar la fortaleza institucional que el país nos exige.