Por Hugo Cox.- El día 26 de agosto de 2020 se inició una etapa que da cuenta de la construcción de las bases arquitectónicas de un Chile distinto al que se instauró a partir del año 1973. Y es que desde el retorno a la democracia se fue creando un país muy distinto al de los 80, con sus blancos y negros y lleno de matices, en el que lentamente se fueron corriendo los cercos de lo que se había heredado de la dictadura, como por ejemplo con un primer gran hito a través de la reforma constitucional de 2005 que eliminó a los senadores designados y permitió remover a los comandantes en jefe. En síntesis, esa reforma permitió que el poder civil retomara el control sobre las FFAA.
El segundo hito tan o más importante es la elección de la asamblea constituyente, en esa instancia es donde se decidirá el Chile que se construirá: si se desea un Chile menos desigual, en que la salud y la educación sean un derecho. Se debe ganar la asamblea y para eso se requiere la unidad de toda la oposición, e ir en una sola lista, ya que es probable que la derecha lo haga.
Además, esta lucha es de carácter épico: es la épica de la primera mitad del siglo XXl. Es aquí, en el acto de votar, donde los que desean cambios deben expresarse. Estos cambios se inician por los años 60 y se ven interrumpidos con la dictadura militar, pero que producto de las desigualdades y de la pobreza que asoma con toda fuerza, se hacen imperativos.
Mirado esto en perspectiva, los movimientos sociales siempre han estado presentes en el país y en América Latina, en algunos períodos con mucha fuerza y en otros han dormido.
En el siglo XXl, el movimiento social emerge con los estudiantes en 2011, con el apoyo muy activo de la sociedad. El impacto es producto de la expresión visible del descontento que se ha acumulado, debido a las políticas neoliberales. Desigualdad, estratificación social marcada, endeudamiento creciente, la aporofobia como expresión discriminatoria hacia los pobres, que ahora -producto de la crisis- irá en aumento. Chile volverá a hablar de pobreza, mercantilización de la vida y jóvenes bloqueados en su desarrollo. Estas y otras razones han generado los actuales movimientos sociales que, al poner en cuestión la actual constitución, inician el proceso de terminar en forma real con la transición democrática y, a través de una nueva constitución que sea inclusiva, darán origen a un nuevo ciclo social y político de nuestra historia, ciclo del post neoliberalismo.
Lo que hay que tener en cuenta desde una perspectiva histórica, es que Chile no puede ser pensado sin la acción de lo colectivo, ya que es la forma de que el pueblo participe y se sienta parte de un proceso de cambio, que dé garantías.
El actual movimiento social a diferencia de lo ocurrido en los años 60 y 70 que estaba compuesto por obreros, campesinos y trabajadores en general, actualmente está integrado por jóvenes de las ciudades y el apoyo activo de otros sectores urbanos, afectados por la desigualdad y falta de perspectivas de desarrollo. En el fondo, el actual movimiento social no tiene un carácter clasista.
En síntesis cuando el actual modelo no dio respuesta satisfactorias, se empezaron a gestar los nuevos movimientos sociales, que tuvieron un carácter episódico durante los gobiernos de la concertación, manifestándose solo cuando se ven necesarios cambios políticos.
Aquí encontramos la nueva épica para las actuales generaciones.