Por Carlos Zanzi (desde Uppsala, Suecia).- El presidente Boric, en reiterados discursos e intervenciones, nos habla de que Chile es un país fracturado, dañado por décadas de injusticias y desigualdades. Nos habla de desencuentros, desuniones.
Ciertamente el proceso político, incluyendo el constitucional, estan remeciendo las estructuras actuales, evidencias de las sombras de la dictadura que consolidó un sistema que desterró y aplastó los cambios que durante los 60 y 70 estaban configurándose en el país.
Lo que -en cualquier país democrático, moderno- se entendería como un ajuste para ponerse al día con las injusticias y desigualdades, sin promover el quiebre institucional, no es entendido así por quienes, pudiendo entenderlo, no quieren hacerlo, porque por primera vez en décadas observan que han dejado de ser vencedores y así poder seguir escribiendo su particular historia.
Por ello intentan algo que se asemeja a una guerra psicológica. La derecha, esa que tiene distintos apellidos, pero que se une cuando se siente amenazada, sabe que la vía “golpe de Estado” está cerrada, por el momento. Saben que deben intentar volver al poder institucionalmente, sean éstas elecciones anticipadas o acusación constitucional; pero saben tambien que aún no tienen la mayoría social y política que necesitan. Entonces martillean con sus noticias falsas, sus complots imaginarios o verdaderos (estos últimos son los propios), de distintas dimensiones. Más todavía cuando observan que la institucionalidad que los protegía, la constitución del 80 puede ser cambiada eliminando o disminuyendo la proteccion que necesitan en un modelo que en cualquiera de las alternativas les permitirá seguir gozando, aunque disminuidos, sus privilegios y prebendas.
En estos meses que quedan hasta el 4 de septiembre harán todo lo posible para conseguir esa mayoría basada en el miedo, el revanchismo y la individualización, fundamentos de la fractura y daños a que se refiere Boric. El antídoto de estos males están en sus contrarios: la valentía, lo solidario y el sentido colectivo del cual siempre dependemos. La institucionalidad que defiende la derecha es la dictadura, atenuada, modernizada, pero en su esencia el statu quo. La institucionalidad que aleje la amenaza sea cual sea ella sea, está en la alternativa de una nueva constitución, breve o extensa, que posesione nuevos valores, definiciones de justicia e igualdad.
La alternativa que refrende definitivamente derechos sociales que en su versión chilena se acerquen a los que se entiende por Estado de Bienestar, que -desde el reconocimiento de las diversas expresiones sociales, políticas, culturales y territoriales- se impulse una alternativa complementaria a la democracia representativa que nos rige, que avancemos a una democracia participativa que permita y sea parte de la institucionalidad a respetar por los poderes del Estado. De nosotros y nosotras depende.
Carlos Zanzi Gonzalez es jurista, profesor educación pública, profesional de la cooperación internacional. Impulsor de/por la participacion ciudadana y el fortalecimiento de la sociedad civil, la tolerancia y la no discriminación arbitraria. Investigador de la presencia escandinava en la Patagonia magallánica.