Por Juan Medina Torres.- A veces las obras reflejan el espíritu de trabajo que inspiran a sus autores y este parece ser el caso de Adriana Hoffmann, bióloga y botánica chilena, quien dejó en el Cerro San Cristóbal su huella de amor por la defensa y preservación de las especies nativas.
En 1983, se inició la construcción del jardín botánico Mapulemu, destinado a la exhibición de flora chilena. El terreno ubicado en el sector Tupahue, en lo que era una antigua cantera, con una superficie de cuatro hectáreas, era propicio para la conformación de diferentes hábitats para la exhibición de las múltiples especies que han poblado nuestro territorio.
Lo que no se conoce es que en el diseño y construcción del proyecto trabajó un equipo multidisciplinario integrado por mujeres: la arquitecta María Angélica Alvarado, la ingeniera agrónoma María Barr y la botánica Adriana Hoffmann Jacoby.
El trabajo fue arduo, especialmente en los primeros meses de ejecución. Trabajadores del empleo mínimo, programa destinado a absorber mano de obra cesante, extrajeron centenares de toneladas de material de desecho de la cantera para generar las grandes zonas de exhibición: norte, centro y sur.
Un cuidadoso estudio, con activa participación de Adriana Hoffmann, determinó las especies que se plantarían en el lugar. Muchas de ellas no se encontraban en los viveros del Parque Metropolitano o en otros centros de reproducción de Santiago. Para superar el problema se organizaron salidas a terreno, especialmente a la zona norte, con el fin de recolectar semillas y plantas que serían parte de la colección que hoy se exhibe en este Jardín, el que miles de personas visitan cada año.
La Fundación Cerro San Cristóbal, rinde homenaje a quien en 1997 la Organización de Naciones Unidas reconoció como una de las 25 líderes ambientalistas de la década del 90, destacando este legado imperecedero.
Juan Medina Torres es presidente de la Fundación Cerro San Cristóbal