Por María Victoria Peralta.- Hacerse la pregunta de la importancia de los jardines infantiles, casi 200 años después que se crearon estos establecimientos educativos en Europa y estando por cumplir 160 años desde que existen en Chile, parece ser una interrogante fuera de tiempo y de contexto. El hecho es que con motivo de la pandemia y como parte de todas sus repercusiones, la asistencia y permanencia de los párvulos ha tenido un retroceso en el país, que no responde a los avances que pensábamos alcanzar y que nos distinguían en Latinoamérica.
A fines de 2019 se estimaba que un 60% de los y las niñas menores de 6 años estaban asistiendo a algún programa para la primera infancia, cifra que ha bajado notoriamente a un 50% aproximadamente el año pasado. Las salas cunas, jardines infantiles y escuelas están con sus puertas abiertas, pero no llegan todos los niños y niñas que deberían asistir, pasando el nivel de educación parvularia a ser el que tiene las mayores pérdidas de matrícula y asistencia del sistema educativo ¿A qué se debe ello? ¿Las familias tienen aún temor de contagios? ¿acaso cambiaron sus pautas de crianza y prefieren ellos atender a sus hijos? Posiblemente la respuesta comprenda estos y otros factores, no siempre fáciles de solucionar.
Posiblemente sean familias que piensen que como ellos en pandemia pudieron enseñarles a sus hijos a contar, escribir las letras, a conocer el nombre de los colores, a memorizar algunos versos, es suficiente; pero lo que aporta un jardín infantil va mucho más allá de eso. En la actualidad, por todos los problemas que hemos pasado, algunas de las prioridades que tiene el nivel son: el fortalecer su seguridad, autonomía, confianza y convivencia con otros niños y adultos; a la vez recuperar su alegría de vivir, sensibilidad, la maravilla de descubrir todo lo que ofrece el entorno social, natural y cultural, el goce del verdadero juego fuente de la imaginación y de creatividad. En lo cognitivo, más allá de aprendizajes memorísticos interesa extender la observación y curiosidad de los párvulos a preguntarse los porqués de todo y construir hipótesis sobre su funcionamiento desde su ser de niño/a. Favorecer actitudes y prácticas de vida saludable, de cuidado y goce de la naturaleza, son también fundamentales junto con la formación valórica y artística.
Todo lo reseñado, va favoreciendo un desarrollo de la humanidad que cada niño/a conlleva, y para ello, todo su desarrollo físico, cognitivo, emocional-social y espiritual se integran en experiencias significativas a partir de metodologías pertinentes en ambientes gratos, interesantes, y de bienestar.
Por lo expresado, la prioridad que el Presidente le ha dado al Mineduc de ocuparse de la Reactivación Educativa, es crucial en el desarrollo de las nuevas generaciones. La educación trabajada entre la familia y las instituciones educativas es la que va configurando la nueva sociedad que deseamos ¿Puede haber algo más importante? Y ello empieza en un buen jardín infantil y con conciencia de su aporte, no porque es una obligación, sino porque es el Derecho de los niños y niñas.
La dra. María Victoria Peralta es académica de la UCEN y Premio Nacional de Educación