Por Hugo Cox.- El objetivo de la política en una democracia es promover el bienestar y la libertad de todos los ciudadanos, garantizando la participación y la toma de decisiones colectivas en beneficio del bien común
Los actores políticos en una democracia son aquellos individuos y grupos que participan en el proceso político, ya sea como votantes, líderes de partidos políticos, funcionarios públicos, legisladores, jueces, periodistas, organizaciones de la sociedad civil y ciudadanos en general. Estos actores políticos desempeñan diferentes roles y funciones en el sistema político y trabajan juntos para mantener la estabilidad y el funcionamiento efectivo de la democracia.
Entre los actores políticos más importantes en una democracia se encuentran los ciudadanos: son la base de la democracia y participan en el proceso político a través del voto, la participación en organizaciones de la sociedad civil y la protesta pacífica. También los partidos políticos, organizaciones que representan diferentes intereses y visiones políticas y compiten por el poder a través de elecciones; los funcionarios públicos, quienes trabajan en el gobierno y son responsables de implementar las políticas públicas y administrar los recursos del Estado; los legisladores, miembros del Poder Legislativo que tienen la responsabilidad de crear y aprobar leyes; los jueces, miembros del Poder Judicial que interpretan y aplican la ley de manera imparcial y protegen los derechos de los ciudadanos; y los medios de comunicación, encargados de informar a la población sobre los acontecimientos políticos y supervisar las acciones de los líderes políticos y funcionarios públicos.
En resumen, los actores políticos en una democracia trabajan juntos para garantizar el funcionamiento efectivo de la democracia y la protección de los derechos de los ciudadanos.
El actual escenario sobre el que hoy actúa la política es de crisis, crisis en varios frentes que se arrastran ya por un tiempo largo, que han minado la credibilidad de la democracia y, por lo tanto, de las instituciones. Por ejemplo, la crisis de seguridad que enfrenta la sociedad, que genera una situación de estrés social, crea inseguridad y, por tanto, atenta contra la libertad de crear, movilizarse, de socializar, etc. Hoy esta crisis está superpuesta a las crisis en el área de la política, la economía y la desigualdad, como telón de fondo.
Uno de los mayores desafíos de seguridad en Chile ha sido la delincuencia. El país tiene una tasa de delincuencia relativamente alta en comparación con otros países de la región. Se han producido casos de robos a mano armada, secuestros, extorsiones y otros delitos violentos. Además, el tráfico de drogas es un problema importante en algunas áreas del país.
En un escenario crispado, a la política le queda poco margen de acción y, por lo tanto, uno de los problemas mayores hoy en día es la poca legitimidad que los ciudadanos como actores políticos le reconocen al gobierno en el tema del combate a la delincuencia y, por lo tanto, poca capacidad de gestión, eficiencia y eficacia, ya que la arqueología de Twitter da cuenta que en un pasado reciente sus actos eran de aval a la violencia como partera de la revolución. Por lo tanto, legitimando cualquier acto de violencia.
Hoy el gobierno debe reconocer que la política y la agenda pasan por el Congreso: ese es el centro de acción y las políticas públicas son lo que el Congreso decida. Esto da paso a la acción populista tanto de los sectores más a la izquierda como hacia la derecha donde están los republicanos y el Partido de la Gente; los primeros tensionan la acción del gobierno y los segundos tensionan la derecha, mientras los sectores más moderados de los dos lados deben entender que más alla de las legítimas diferencias, deben buscar soluciones que las personas entiendan y las vean como tales para que la política y la democracia recuperen su sitio, ya que en la medida que la política recupere su espacio y mejore la calidad de vida se aíslan los populismos.
En este escenario, el Presidente reconoce que el escenario le es adverso y que, por lo tanto, debe desechar su perspectiva inicial y gobernar en función de los nuevos escenarios que enfrenta.
Las personas son una mezcla de cambio, pero con un cierto orden en que la dignidad y el bienestar lleguen sin abandonar lo que se ha logrado, por lo que gobernar es tener los pies en ambos lados. Esto requiere de mucha conversación y diálogo para llegar a acuerdos,
Si los sectores moderados no llegan luego a acuerdos, no nos quejemos de que los Bukele, Bolsonaro o Trump puedan surgir con fuerza, y la política y la democracia pueden perder.