Por Hugo Cox.- El fenómeno de la migración no es nuevo en la historia. Ha sido parte del desarrollo de la humanidad, y cada época da cuenta de grandes corrientes migratorias que han cambiado los procesos históricos.
Hoy en día, se han transformado ya no solo en corrientes que van del sur al norte, sino que también está la migración sur-sur, las que tienen varios orígenes, a saber: narcotráfico, inestabilidad política, guerras de baja intensidad, problemas económicos, problemas ambientales que generan pobreza, falta de agua, sequía, etc.
Teniendo claro lo anterior, la migración plantea problemas que no se pueden obviar y que pasan por hacer posible la integración de los que llegan, y que en el corto plazo pueden generar tensiones políticas, sociales y económicos, que se hacen más evidentes en zonas y sectores descuidados por las instituciones.
Estos conflictos se agudizan cuando dirigentes políticos o actores sociales describen la inmigración en términos negativos o incluso catastróficos, poniendo en tela de juicio la supervivencia del estilo de vida, hecho que suele generar rechazo.
Es habitual preguntar en las encuestas por el número de inmigrantes en los distintos países (este fenómeno es global y no privativo de algún país), y las respuestas están muy alejadas de la realidad. La cifra real suele ser inferior a la estimada, en lo que es una reacción a las declaraciones habituales de muchos políticos y la cobertura que llevan a cabo la mayoría de los medios de comunicación.
Una de las características que singularizan el siglo XXl es el fenómeno de la interculturalidad en un mundo globalizado, que ha roto los estadios del siglo XX y los instrumentos que han permitido lo anterior son las nuevas tecnologías y las comunicaciones. Pero, al mismo tiempo, los países desarrollados intentan cerrar sus fronteras a los habitantes más necesitados de otras tierras, con un conjunto de medidas que elevan los requisitos de ingresos al país, restringiendo la circulación de las personas o devolviéndolas a sus países de origen.
Pero, por otra parte, se reclaman nuevos trabajadores que coticen en la seguridad social. En una sociedad envejecida o en vías a envejecer como es el caso de Chile, se buscan personas que ocupen lugares laborales que los nacionales no quieren desarrollar, que habiten en zonas deshabitadas y que sepan guardar silencio en las demandas laborales, y todo ello olvidando preguntar la causa del gran abismo que existe entre los países ricos y los países empobrecidos.
Catherine Wihtol de Wenden en su texto “Fenómeno Migratorio en el siglo XXl” realiza un análisis del fenómeno y, en síntesis, plantea que el siglo XXl es el escenario de una ola migratoria a gran escala y que está transformando al mundo entero. Más que en ninguna época, las diversas modalidades de migración que tienen lugar en la actualidad cuestionan las nociones tradicionales de soberanía y ciudadanía, crean nuevas formas de identidad, redefinen relaciones internacionales, y desafían las claves de análisis político del siglo XX. El reto está dado en cómo las naciones se adaptan a esta realidad, que crea mayor dependencia entre los Estados y, a la vez, crea nuevas contradicciones y conflictos. Si bien este ciclo aún no ha avanzado lo suficiente como para dar por correcta la tesis anteriormente señalada, esta nos expone los hechos y mal haríamos en no empezar a ver la migración como parte de un todo que va más allá del día a día.
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