Categorías: Opinión

La necesaria normativa de olores

Por Sergio Cárdenas.- Hace unos días, residentes de un sector de la comuna de Colina manifestaron su preocupación por su calidad de vida ante el inminente funcionamiento de una planta de tratamiento de aguas servidas a 25 pasos de sus viviendas. Esto genera la necesidad de abordar los efectos que este tipo de plantas genera en la salud de las familias.

Lo primero es saber que el trabajo de este tipo de plantas es eliminar el material dañino o patógeno de las aguas servidas. A estos lugares llega el agua a través de una red de cañerías. Normalmente no hay camiones, a menos que sea transporte que saca material de fosas sépticas. Al recibir los residuos, se separan en una fase líquida -eliminando la patogenicidad-, y se extrae el material sólido. Este último se acumula, se seca y eso es lo que se carga en los camiones para llevar a vertederos y en algunos casos -dependiendo el tratamiento-, para fertilizar terrenos, según lo permita la norma.

La pregunta es ¿cómo este proceso afecta a las personas que viven cerca? Lo primero es indicar que, si la planta está bien trabajada, no habría un daño directo en cuanto a salud. Por esto es tal la importancia de que estas empresas cuenten con personas especializadas, que lleven un control y que fiscalicen. Cabe destacar que carreras universitarias estudian precisamente eso, el tratamiento, y no todas las plantas cuentan con esos profesionales.

Sin embargo, en calidad de vida no podemos decir que el daño es mínimo. La calidad de vida sí se afecta: sin duda esto atraerá vectores infecciosos como moscas, al ser piscinas con agua; zancudos, que pueden transportar infecciones cuando pican; y van a aumentar los ratones. Además, hay que considerar que en toda planta habrá momentos de saturación. Muchas de estas plantas están conectadas no solo a casas, sino también a alguna empresa pequeña, que tira -en contra de la ley- desechos orgánicos en el alcantarillado. Esto satura el sistema y la planta colapsa. La mayoría de este tipo de plantas utiliza sistemas bacterianos que funcionan con equilibrios muy delicados. Cuando la carga orgánica aumenta o aparecen en el agua ciertas sustancias industriales no permitidas en las aguas servidas, las bacterias mueren o bajan su actividad, provocando picos de olor y baja en la calidad del tratamiento. Básicamente, si la planta pierde su equilibrio y deja de funcionar adecuadamente, porque además el agua que debería salir limpia, resulta agua no completamente tratada, que puede seguir llevando materia orgánica contaminante.

Actualmente, las autoridades están trabajando en una normativa de olores, que se sume a las existentes sobre contaminación, residuos orgánicos, sólidos, líquidos, etc. Avanzar normativamente en este tema se hace muy importante, si queremos mantener equilibrios ambientales y de calidad de vida de las personas.

Sergio Cárdenas es doctorado en Bioquímica, licenciado en Bioquímica académico de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura, UCEN

Alvaro Medina

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