Por Uwe Bott (extracto de artículo publicado en The Globalist).- Si la retirada de Donald Trump del pacto con Irán deja una cosa clara, es que vivimos en una nueva era de imperialismo. Es un imperialismo donde Estados Unidos tiene dos aliados: Israel y Arabia Saudita. En el mundo según Trump, cualquier otra nación distinta de estas podría estar dispuesta a engañar a los estadounidenses.
Lejos de servir cualquier alto principio o causa noble, es un mundo sulfúrico, en el que los hombres están empeñados en destruir cualquier pegamento de cooperación que exista en el mundo actualmente. Saben destruir, pero no construir.
Peor, la administración Trump, la Israel de Netanyahu y los sauditas se saborean en su destructivismo maníaco. En una forma de desorden obsesivo-compulsivo unido a la geopolítica, declaran a Irán la fuente de todos los males humanos (como si Arabia Saudita no fuera al menos candidato al mismo título).
Sin inmutarse por esas preocupaciones, con cada acto de destrucción pura, la base política de Donalad Trump siente una dedicación a su líder como su fuera un culto. Y el Partido Republicano mismo está determinado a vender incluso sus últimos restos de principios para tener más maneras de tocar el tesoro público.
Totalitarismo americano
Para un nativo alemán, esta peligrosa mezcla de totalitarismo americano, autoritarismo y populismo, hace resurgir dolorosos recuerdos del período más oscuro de Alemania.
Fue entonces que la intervención militar de estados Unidos salvó al mundo de Alemania y a los alemanes de sí mismos. Fue entonces que la generosidad americana post guerra ayudó a reconstruir un país que estaba en la quiebra y destruido, física y moralmente. Fue entonces que el ejemplo de los americanos saló a los alemanes ayudó a establecer una democracia fuerte y resiliente.
Gracias a aquellos regalos americanos, hoy Europa –con todos sus problemas y desafíos- es un lugar de paz. Y la democracia alemana es uno de los pilares de la unidad europea. Es por esto que la “locura” de Trump y de sus seguidores no es sólo una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos, como señaló públicamente el ex director de la CIA Joe Brennan, sino también una amenaza a la seguridad global y a la democracia que amamos y cuidamos.
Para incendiar al mundo, la América de Trump no necesita cruzar ninguna frontera. La supremacía militar norteamericana y el poderío económico son suficientes como dispositivos incendiarios, una vez que han caído en las manos de un loco y dispone de cómplices como John Bolton un belicista inveterado que ahora sirve como Asesor de Seguridad Nacional.
Salvando al mundo de Norteamérica
Ya que América salvó al mundo de Alemania y a los alemanes de sí mismos, los europeos deben tratar ahora de salvar al mundo de Norteamérica y a los norteamericanos de sí mismos.
Indudablemente, Europa tiene un desafío mucho mayor en sus manos porque carece de poder militar para intervenir en la amenaza americana a la seguridad global. Pero eso no quiere decir que Europa no tiene medios para lograr esta tarea que se considera hercúlea.
Los signatarios europeos del acuerdo de Irán deben dejar claro en casa y en Estados Unidos que Washington ha violado el acuerdo, mientras Irán está en realidad en cumplimiento total de todas sus condiciones.
Este es un hecho que debe ser señalado con toda claridad. De acuerdo con Netanyahu, los europeos no pueden quedarse ociosos. Vale la pena recordar que el Primer Ministro israelí apoyó la invasión estadounidense a Irak y afirmó en su testimonio ante el congreso norteamericano en 2002 que sería un baile.
La república bananera de Trump
Los Estados Unidos bajo Donald Trump ha degenerado en una república bananera que solo cumple los acuerdos que el líder mismo aprueba. Se burla por completo de los tratados o acuerdos internacionales en los que su país ya es parte y hace todo lo posible por destruir el estado de derecho internacional.
Los países de la Unión Europea deben explicar al pueblo americano que su persistencia en el cumplimiento de los acuerdos internacionales es una cuestión de principios. La administración Trump está poniendo en riesgo la paz mundial y sin importar los sacrificios económicos para Europa, la paz es una preocupación para todos.
Esta es una alta orden, pero Europa debe ir aún más lejos. Debe explicar a los estadounidenses que Irán no es el principal enemigo y que no ha cometido ni un acto terrorista en suelo americano. A pesar del involucramiento de Irán en Siria y Yemen y su apoyo a Hezbollah, los ataques a Estados Unidos y las ciudades europeas que han dejado miles de muertos en atentados terroristas nunca han estado directamente relacionadas con Irán u otra nación shiíta. Ningún shiíta se ha visto involucrado en los ataques a Nueva York, Boston y muchas otras ciudades de Estados Unidos, así como tampoco en Londres, París o Berlín. Ninguno.
Por otra parte, todos estos ataques (con excepción de los planeados en casa), sin excepción, fueron planeados por saudíes y ciudadanos de otras naciones sunitas. Así, cuando estados Unidos y Europa busquen una amenaza a su seguridad nacional, no deberían buscar más allá de Arabia Saudita.
La “nueva evidencia” de Netanyahu
El Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu, tratará de hacerle creer algo diferente. En una presentación teatral de proporciones trumpianas, Netanyahu trató de vender al mundo un puente la semana pasada. Su anuncio y despliegue de “nueva evidencia” de una traición iraní eran en realidad noticias viejas para todos los grandes servicios de inteligencia y era bien conocida mucho tiempo antes de que el acuerdo se negociara.
La presentación de Netanyahu fue un insulto a la inteligencia israelí (en más de una forma). Pero sólo estaba hablando para una audiencia de uno, Donald Trump. Esos tres cuartos de los norteamericanos en desacuerdo con las elecciones de política de Trump no le importaban a Netanyahu. Y tampoco a Trump. De la manera en que piensa el nuevo imperialismo estadounidense, lo concibe en términos muy personales, como si fuera Donaldus Imperator Maximus.
Los líderes europeos deben recordar a europeos y americanos una y otra vez contra quien en verdad está amenazando su seguridad nacional. No irán, no los shiítas, sino Arabia Saudita y los sunitas.