Por Bernardo Javalquinto.- En el corazón de la economía chilena late una paradoja institucionalizada: contamos con herramientas sofisticadas como la Unidad de Fomento (UF) y la Unidad Tributaria Mensual (UTM), creadas para neutralizar la erosión por inflación y garantizar equidad en contratos y tributos. Sin embargo, estas unidades, pilares de la justicia distributiva en créditos bancarios, se detienen a las puertas de la relación laboral. ¿Por qué, si el trabajador es proclamado como capital humano, su salario —su sustento— no goza de la misma protección que un crédito bancario?
El argumento de la flexibilidad: una perspectiva empresarial
La postura predominante sostiene que expresar los salarios en pesos, con reajustes periódicos, otorga la flexibilidad laboral necesaria para la supervivencia empresarial, sobre todo en las PYMEs. Desde esta lógica, indexar sueldos en UF transferiría el riesgo inflacionario al costo fijo de una empresa cuyo flujo de ingresos no está completamente protegido. Un shock inflacionario inesperado podría comprometer su liquidez, amenazar inversiones y, en última instancia, el empleo.
La demanda de justicia: la dignidad del trabajador como prioridad
Frente a este argumento, surge una refutación centrada en la persona. El sistema actual carga sobre el individuo —la parte más vulnerable de la ecuación— la totalidad del riesgo inflacionario. Mientras la empresa puede ajustar precios y mantener costos protegidos con UF, el trabajador espera un reajuste anual para recuperar el poder adquisitivo perdido. Esa demora erosiona su capacidad de alimentar, educar y dar techo a su familia.
Si el empleado es verdadero capital humano, su valor debería ser preservado, no degradado. Proteger créditos y arriendos con UF reconoce su importancia; negar esa protección al salario envía un mensaje crudo sobre el valor real que asignamos al trabajo. La demanda de sueldos en UF es, esencialmente, una demanda de dignidad.
Buscando un equilibrio: hacia una síntesis valórica
Conclusión: una cuestión de valores fundamentales
El debate sobre salarios en UF es la punta del iceberg de una discusión más profunda sobre si priman la utilidad empresarial o la dignidad humana. Una sociedad que sacrifica por completo la flexibilidad puede estancarse, pero una que pone en segundo plano la seguridad económica de sus ciudadanos pierde su cohesión social. La verdadera justicia —y el imperativo moral— radica en cerrar la brecha entre el éxito de las empresas y la estabilidad de las personas. Avanzar hacia mecanismos que protejan el poder adquisitivo del salario no solo combate la desigualdad; reconoce que el trabajo es la expresión de la vida de una persona y merece el máximo respeto y protección.
Bernardo Javalquinto Lagos es economista BSc Economics, MBA, PhD
https://javalquintoeconomics.com/ – https://www.amazon.com/author/bernardojavalquinto
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