Por Alejandra Riveros –Nadie puede dudar de la trascendencia e impacto de las redes sociales en la vida cotidiana de hoy. Pese a ello, el valor y alcance de los medios de comunicación masiva supera con creces el liderazgo de las diversas plataformas que irrumpen en la red.
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El más claro ejemplo es lo que vivimos mediante los contenidos que se emiten por la televisión. Las marcas y los grandes auspicios siguen reinando en los espacios televisivos que generan mayor rating con el fin de asegurar ciertas audiencias y recepción de la apuesta programática.
El alcance ineludible que tiene la televisión, aún en nuestros días, quedó demostrado una vez más con la cobertura realizada frente a la catástrofe de los incendios producidos en la región de Valparaíso y lo acontecido con la muerte del expresidente Sebastián Piñera.
Rápidamente los equipos de prensa de cada canal de televisión abierta se organizaron para tener la cobertura más completa y llevar toda la información necesaria a los hogares de Chile. Sin duda, que el efecto de la emoción y del sentimiento humano por cada uno de los testimonios relatados por personas damnificadas de los incendios, gatilló el interés de la audiencia y conmovió el sentir de tantos compatriotas.
Por otra parte, el accidente vivido por el expresidente, que lo llevaría a la muerte, fue una demostración más de lo que moviliza y traspasa la televisión con el público. El duelo nacional decretado por el gobierno fue acompañado en cada una de esas jornadas por las transmisiones televisivas, seguidas por cientos de miles de chilenos y chilenas.
Lo anterior se puede explicar y comprender mediante los diversos aportes en el marco de la teoría de la comunicación, los que aseguran que los medios masivos son una ventana al mundo y que nos muestran una realidad, en la que confiamos y creemos. Marshall McLuhan, teórico canadiense, aseguró en plena década de los sesenta que las tecnologías y, por tanto, los medios de comunicación debían ser considerados verdaderas extensiones del ser humano.
Así, una de las ideas fundamentales de McLuhan fue indicar que definitivamente somos lo que vemos. A partir de ello, al exponernos a los contenidos de los medios de comunicación masivos, estamos asumiendo que requerimos de los medios para visualizar una realidad, contemplarla y asimilarla como algo propio, porque nos orienta y nos entrega ciertas pautas para transitar en la cotidianeidad.
Y es que, como seres humanos, requerimos de identificarnos con otros y otras, con experiencias que las sentimos como propias y, para eso, la televisión genera el puente con una realidad construida, que, pese a ser discutida, sigue dando sentido a muchos y muchas.
Con eso la televisión, sin duda, sigue respondiendo a las necesidades de todos los seres humanos. El saber lo que sucede, lo que puede acontecer, los peligros a los que estamos expuestos o situaciones que impactan son congregados en la pantalla “reina”, porque si bien, las redes sociales intentan ocupar el centro, es imposible que aún alcancen lo que logra la televisión. Así es. Querámoslo o no, las personas siguen necesitando su existencia y le siguen creyendo. La verdad es que hay televisión para un buen rato.
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