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La última persona que habla la lengua yámana ya tiene 91 años

ElPensador.io.- La última persona que conoce la lengua yámana tiene 91 años y ya no tiene nadie con quien hablar.

Se llama Cristina Calderón y tiene una pequeña casa en Villa Ukika, una ciudad creada por los yaganes en las afueras de Puerto Williams. Un periodista de Reuters la entrevistó y dio cuenta de su soledad, que no es sólo física, sino también lingüística.

“Sentada al calor de un fuego de leña en su casa Cristina Calderón a veces desea tener más personas con quienes hablar en su lengua materna mientras teje calcetines de lana para vender en el mercado local”, dice la nota.

«Solía ​​haber muchos yaganes, mi papá y mi mamá eran yagán, así que cuando nacieron, siempre hablaban el idioma yagán y así era como yo crecía», dice Calderón, quien no aprendió español hasta los nueve años. .

La señora Cristina recuerda con nostalgia a la última persona con la que pudo conversar en Yámana, su difunta hermana Úrsula, y está emocionada por el interés que una de sus hijas ha mostrado en el idioma, aunque no ha logrado avanzar. «Ella puede aprender a hablarlo», dijo Calderón con una sonrisa, y manifiesta en ello más una esperanza que una certeza.

De hecho, se guardan algunos audios que dejó Úrsula con cantos en yámana y algunos cuentos de la época, recogidos por Chileprecolombino.cl.

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Mientras que todavía quedan algunas docenas de yaganes, Calderón dijo que a lo largo de las generaciones habían dejado de aprender el idioma. A veces, ella misma se preocupa por las palabras que se escapan.

«A veces me olvido de las cosas», dijo Calderón a Reuters. «Pero después de pensarlo, vuelven a mí».

Su historia

Según FEM Patagonia, «siendo niñas, Cristina y Úrsula quedaron huérfanas y la educación de ambas fue asumida por una mujer yámana vinculada a su clan. Así como conserva su lengua, también se destaca por mantener viva la tradición de la cestería con juncos que ella misma recolecta, tal y como lo hacían las mujeres yaganes por centurias en medio de esos fríos parajes».

«Tuvo nueve hijos (siete vivos), catorce nietos y numerosos bisnietos. Por ello, no en vano en Villa Ukika es conocida como “Abuela”».

Alvaro Medina

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