Por Christian Tapia Banda.- Muchos académicos, sin excluir a ninguna de las ciencias, poseen posiciones e ideologías políticas propias (eso es innegable). En virtud de ello, con frecuencia aparecen declaraciones ciertamente desafortunadas o con una clara intención comunicacional y política.
Un ejemplo claro es la académica de la USACH, Kathya Araujo, que después de los sorpresivos resultados del 7/M realizó una advertencia sobre los venideros aconteceres sociales: “No tenemos que preocuparnos por un nuevo estallido social, porque tenemos el estallido frente a nuestros ojos. No será ese estallido de las plazas ni político, pero nos está estallando la sociedad en un montón de lugares. ¿Qué más estamos esperando que ocurra?”.
Ver también: Del “no estoy ni ahí” al estallido: la juventud que creamos
Tomando en cuenta la frase sostenida por Araujo, es posible dilucidar una visión -como mínimo- alarmista sobre el futuro próximo de Chile. Si bien en el análisis la académica no equipara este estallido social venidero con el de 2019, sí manifiesta que las demandas ciudadanas manifestadas en aquella instancia siguen ahí, latentes y, en una forma particular, la existencia de “mini estallidos”.
Según Araujo, estos mini estallidos se encuentran presentes en la violencia escolar, así como también en la violencia en el sistema de salud. Pero este tipo de hechos, ¿son equivalentes a lo que significó el “estallido social”? Me temo que no.
Relacionar la violencia escolar, o la violencia en los establecimientos de salud pública con la existencia de estallidos sociales en miniatura me parece, politológicamente, un alargamiento conceptual increíblemente exagerado.
Siento que el estallido social, como hecho en sí mismo, es un antes y un después en el sentido de la configuración de las lógicas de convivencia en Chile, y la academia en su totalidad no pasó desapercibida. La existencia de un sector de la academia que demoniza al estallido, y otro sector que recibe y alaba a la primera línea en el ex Congreso Nacional, sin duda reflejan aquello.
Si volvemos al primer enunciado que establece Araujo, y consideramos lo que significa el estallido social en el sentido de las demandas ciudadanas, claramente el mensaje no tiene sentido, a menos que lo relacionemos con la reciente imposición electoral del Partido Republicano el 7 de Mayo, que con un 35,41% de los votos, 23 consejeros constitucionales electos y su poder de veto para avanzar en la propuesta.
Ciertamente ese fenómeno ha generado diversas reacciones del oficialismo, como por ejemplo el pre llamado a rechazar realizado por el senador Latorre (RD). Y, con esto, podemos llegar a un acercamiento que nos permita aclarar estas intenciones comunicacionales implícitas del enunciado, que es básicamente el pésimo camino que le depara a Chile próximamente producto de la mayoría de derecha en el nuevo proceso constituyente.
La academia, en su sobre análisis y sus propios sesgos políticos, muchas veces realiza este tipo de declaraciones o discursivas que, ciertamente influyen de una forma considerable en la opinión pública. Ahora, si bien el argumento de Araujo se basa en esta sobre extensión del estallido social en la forma de “micro estallidos”, las personas de a pie sólo se quedarán con lo principal, como el titular, el cual contiene, ciertamente, su frase que tanta reflexión a uno le hace pasar.
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