Por Juan Medina.- Los resultados de las elecciones primarias presidenciales, dan espacio a diversas interpretaciones políticas destacando la renovación de la política chilena. Tanto Gabriel Boric como Sebastián Sichel, se impusieron porque fueron más creíbles, con argumentos simples lograron ser convincentes y la gente les creyó. Los electores aceptaron como verdaderos los mensajes recibidos, o sea generaron confianza, se mostraron honestos, transparentes y apuntaron que no estaban corrompidos por el sistema político imperante.
La credibilidad está asociada a la confianza. Aristóteles dividió los medios de persuasión en tres categorías: la credibilidad de la fuente (Ethos), las apelaciones emocionales o motivacionales (Pathos) y la lógica utilizada para respaldar una afirmación (Logos). Según Aristóteles, el término Ethos tiene dos componentes clave: confianza y competencia. Ahora bien, parece ser que esas serán las directrices políticas de las elecciones futuras: credibilidad y confianza, difícil por cierto es conseguirlas, pero lo cierto es que mañana tendremos probablemente más confianza en el acontecer político de nuestro país.
Por cierto, queda, mucho por resolver en cuanto a la elección presidencial de noviembre, tanto en la izquierda como en la derecha, asumiendo, los perdedores, la responsabilidad sobre las consecuencias de los resultados conocidos, que difieren mucho de las encuestas y estudios de opinión que se realizaron.
Sin embargo, lo esencial de estas elecciones, es que nos permitieron el derecho de elegir que es la base de nuestra democracia, la que debemos luchar para transformarla en una democracia participativa, entendiendo que hoy hay un profundo abismo entre las personas y las instituciones que dicen representarnos.
La lógica política de poder está cambiando y los partidos tradicionales tendrán que entender que los movimientos y organizaciones sociales están ejerciendo un rol importante en el acontecer político nacional para conseguir los cambios que nuestra sociedad aspira.