Por Samuel Fernández Illanes.- Los ha tenido reales e internacionales. El primero, en las escalerillas del avión presidencial. Un simple accidente, aunque la omnipresencia mediática lo registró y motivó todo tipo de especulaciones. Los otros en su política exterior, sorpresivos, nada menos que con Rusia y China. Llaman la atención, pues se esperaba que su administración fuera más contemporizadora, no agresiva, con Estados Unidos de vuelta al mundo, como afirmó. En línea con su búsqueda incesante por diferenciarse de Trump, a quien tanto critica, borrando sus decisiones a punta de decretos, revirtiendo sus principales ejes exteriores, y volviendo a participar en los acuerdos que su antecesor denunció. Incluso en migraciones, donde todo sigue confuso sin resultados.
Tal vez lo ha condicionado la presencia incorpórea de Trump, siempre nombrado, aludido o contrastado en las decisiones de Biden, a riesgo de mantenerlo visible y presente. Trump aprovecha cada oportunidad ante sus partidarios, reiterando el fraude electoral, apoyando los republicanos en la próxima elección parlamentaria parcial, o insinuando que volverá a competir en la presidencial. Sin proponérselo, Biden contrasta sus propias acciones.
Con Rusia ha sido osado. Calificar de “asesino” o “sin alma”, nada menos que a Putin, se requiere ser valiente o temerario. No es un novato en política exterior, y bien sabe que el ruso responderá fríamente en el momento oportuno. Desafiar a un autócrata que cada día aumenta su poder, tiene consecuencias. Ya retiró su Embajador. Con China no le ha ido mejor, y en las primeras conversaciones directas, se han confrontado. No se reprende y enrostra a China impunemente, cada día más importante y que toma conciencia de ello, así sea por la fuerza. Han sido acciones que deberían estar respaldadas por alguna estrategia.
Todo ha ocurrido antes de los cien días de gracia de toda administración, con resultados inciertos, y menos probabilidades que Rusia y China, modifiquen su política. Tampoco ha obtenido, hasta ahora, apoyos evidentes de otras potencias. La variada red de intereses que mantienen con Rusia y China, los obliga a actuar con gran prudencia. Por ahora, parecen más tropezones que logros. Sólo el tiempo lo dirá.
Samuel Fernández Illanes es abogado de la Universidad Católica, Magíster en Derecho de la Universidad Central y embajador del Servicio Exterior (r)