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Los chilenos no entienden que la obesidad es una enfermedad

Por Juan Medina Torres.- Todas las campañas de salud para enfrentar la enfermedad de la obesidad en nuestro país han fracasado y el sobrepeso continúa aumentando a un promedio anual de 6,3 %. Según la Encuesta Nacional de Salud 2016-2017, el 75% de los chilenos mayores de 15 años tiene exceso de peso.

Un estudio del Instituto para la Métrica de Salud y Evaluación de la Universidad de Washington y la FAO, realizado en 195 países, señaló en 2017 que Chile está entre las 20 naciones con mayor número de personas obesas y cerca del 67% de la población sufre de exceso de peso.

Estudios del Ministerio de Salud señalan que los costos en salud que generan las personas obesas ascienden a US$1.691 millones, lo que representa un 6,7% del gasto total en salud. Pero estas cifras continuarán aumentando si no adoptamos medidas de prevención y en ese contexto el Gobierno dará a conocer Próximamente el Plan Nacional de Obesidad, cuyo objetivo es disminuir el peligroso sobrepeso en niños y mujeres.

Zohra Abaakouk, asesora de la Organización Mundial de la Salud en Chile, asegura que la obesidad ha alcanzado proporciones epidémicas a nivel mundial y pese a las medidas adoptadas  por nuestro país como la Ley de etiquetado de alimentos o el programa Elige Vivir Sano las cifras de obesidad siguen aumentando tal como en el resto del mundo.

Las cifras nos invitan a reflexionar para ayudar a cambiar los patrones culturales de nuestra población, porque la obesidad no tan solo genera costos económicos por parte de quienes padecen la enfermedad sino también costos sociales, sobre todo en los niños, en los cuales se observa una falta de autoestima generándoles, muchas veces, cuadros depresivos, por las burlas que sufren en su entorno social. En los adultos, disminuye su productividad y aumenta el ausentismo laboral.

A veces consideramos que bajar de peso es una cuestión solo de voluntad, sin darnos cuenta que la obesidad es una enfermedad, que no tan solo requiere para un adecuado tratamiento de la voluntad del paciente, sino también la participación de un equipo multidisciplinario en salud, que reúna a médicos, nutricionistas y psicólogos.  Además, no tan solo se debe tratar al paciente, sino a su entorno familiar para involucrarlos en el cambio de conductas alimenticias.