Por Hugo Cox.- Hemos asistido a una serie de hechos relevantes que han puesto en cuestión la capacidad política del gobierno.
La primera derrota de proporciones fue el acuerdo de noviembre de 2019 en que surge en el Parlamento un acuerdo nacional para llamar a un plebiscito de carácter constituyente, de gran significado, ya que va a permitir dibujar el país del siglo XXl. Este acuerdo es firmado a contrapelo por la derecha más reaccionaria, y ya se entra en tierra derecha para su realización.
Las otras derrotas son más recientes, todas de trascendencia, ya que apuntan a la línea de flotación ideología del actual gobierno. Estas derrotas políticas están circunscritas al actual escenario de crisis social, política, económica y sanitaria y dicen relación con la extensión del postnatal, al rechazo al veto presidencial del corte de servicios básicos mientras dure la pandemia y, finalmente, la aprobación del retiro del 10% desde las Administradoras de los Fondos de Pensiones (AFP). El parlamento es el que ha sido claro en atender el clamor ciudadano.
La reacción del gobierno ha sido responder con un cambio de gabinete que representa a los sectores más reaccionarios de la sociedad. En síntesis, se ha ido a su castillo, y la cuenta pública fue una clara manifestación de ello, viviendo una realidad paralela al “otro” Chile.
Tenemos un gobierno atrincherado en sus dogmas, dogmas que caen frente a una realidad cada vez más compleja, que pone en cuestión la “República de Portales”. El excesivo presidencialismo le pasa la cuenta a Chile, ha sido un error histórico no resolver dicha cuestión ya planteada a lo menos unos diez años atrás y dar paso a un sistema semi presidencial o parlamentario que permitiría administrar los eventos con mayor soltura, sin poner en riesgo a la nación. Cuando los conflictos escalan a niveles inmanejables se produce la ruptura violenta de las sociedades.
Edward Watts en un texto llamado Roma en la Tiranía sostiene que “grandes fortunas, grupos cada vez más amplios sumidos en la pobreza y la incertidumbre, y un sistema político que no garantiza ni la vida, ni los bienes, son el escenario donde se construye el desplome de Roma”. Y continúa: “La república solo existe mientras los ciudadanos la desean”.
Los bonos, los subsidios, tienen un alcance limitado si no se realiza una cirugía mayor que permita el aseguramiento de la vida, que permita mejores condiciones de vida, mediante un trabajo digno. Se trata de empleos de mejor calidad y condiciones de aseguramiento social mínimas, de acuerdo a los estándares del siglo XXl. Aquí radica la importancia de la construcción de la nueva constitución, es el ejercicio democrático el que va a permitir dar vuelta la página.
Los tiempos se acortan, ya que las condiciones para el rebrote de un nuevo estallido social está latente debido a que aumenta la ira, la desesperación y la decepción de amplios sectores de la sociedad ante las tardías y poco efectivas reacciones del gobierno. Este no es un problema solo de seguridad pública traducida como más represión, sino que es gestión política, y es plantear soluciones de acuerdo a la envergadura de la crisis, y el gobierno solo descalifica y amenaza con más represión.
Por otra parte el presidente y su gobierno hoy tienen el deber ético y moral de garantizar un plebiscito que dé garantías a la opción Apruebo, ya que en su gabinete están personas que representan nítidamente la opción Rechazo, y representan a los sectores más duros personificados en el ministro del Interior Pérez y en el ministro de relaciones exteriores Allamand. Si esto no ocurre, no van a viabilizar el plebiscito, creándose un conflicto social y político de consecuencias insospechadas, que va repercutir en el proceso de recuperación, en la paz social y en la construcción de un país más de afectos y de relacionarse sin la desconfianza, desconfianza que ha acompañado a este país desde la dictadura.
Por otra parte, tal como lo plantean de un tiempo a esta parte diversos estudios de opinión, la opción Apruebo sería mayoritaria, y este ejercicio se transformaría en un rechazo al actual gobierno. Surge la pregunta: ¿podrá resistir una nueva derrota? Y si a eso le agregamos que en la elección de gobernadores pierde la mitad del país, ¿estaría en condiciones de gobernar? Por lo pronto, le sería muy difícil, lo que sólo le dejaría la opción de renunciar y llamar a elecciones de nuevo, reencaminar el rumbo del país, para hacer frente a la recuperación de la economía, que permita dar gobernabilidad y gobernanza.
La única forma de enfrentar un escenario de estas características es con la unidad de la oposición, y con un proyecto básico de recuperación que permita la participación de la ciudadanía en la reconstrucción política, social cultural y económica del país.
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