Opinión

Los hijos del Banco

Un viaje al banco que puede llegar a ser kafkiano es el relato que nos entrega el periodista Federico Gana. Todo por un préstamo.

Por Federico Gana.- La sucursal bancaria de mi barrio tiene tres escritorios y una funcionaria. Dos escritorios están generalmente vacíos. Ahorran personal, como en las cajas de los supermercados.

Hay un guardia no indiferente en absoluto. Funciona como empleado y tiene pistola. Su mirada incita a que los clientes pensemos que todos somos culpables de algo.

Yo huiría, pero fui a tramitar un préstamo.

El guardia me miró implacablemente, lo contrataron por su mirada penetrante.

Yo dije “Buenos Días”.

Él contestó “Dígame”.

Yo repetí “Buenos Días”.

“Dígame”, insistió.

“El siguiente”, dijo la funcionaria.

Ilusionado, avancé con los papeles listos. Pasarle el legajo fue un despojo, duele reunir afanosamente antecedentes tan personales y soltarlos repentinamente.

Es como entregar un hijo.

“Vuelva el lunes, los documentos van a la Central”, dijo la funcionaria.

Peor, el hijo se va lejos.

El lunes, el guardia seguía implacable. No descansa buscando deshonestidades. Cuando la funcionaria dijo “firme aquí”, supe que aprobaron el préstamo.

Se torna mecánico pagar cuotas, como madrugar apurado todas las mañanas. Nunca el cajero me dijo “usted por acá, de nuevo”, aunque sonara irónico. Pagué el préstamo, pero, cuando paso frente al Banco, me siento deudor todavía.

Algún tiempo después quise documentar otros pagos y no pude… por DICOM. Le debía… sesenta y seis pesos al mismo Banco, convertidos en $3.163, por intereses y gastos de cobranza.

Regresé. Vigilado por el ojo fulminante del guardia, redacté mi reclamo.

“El lunes”, dijo la funcionaria. El lunes regresé, el reclamo estaba ahí, intacto.

Fui a la Central. Son impersonales las oficinas centrales.

Primera reunión: Excusas y “esto se aclara hoy”. Pero seguí en DICOM. Segunda reunión: más excusas sin resultados.

Fui al SERNAC. Hoy tengo enmarcado el dictamen que multó al Banco.

¿Por qué seis pesos de deuda?

Es que el Banco se encariña con sus clientes, es una fórmula para no perderlos.

Como a un hijo.

 

Alvaro Medina

Entradas recientes

300 años de Kant: su relevancia para el mundo

En un nuevo Alejandrario, Alejandro Félix de Souza repasa las virtudes de la moral kantiana…

2 días hace

Elección en Antofagasta y unidad de la derecha

“Se requiere que la derecha ordene sus liderazgos, construya unidad y claridad de quienes integran…

2 días hace

Marx y la farsa de una historia que quiere repetirse

La historia no se repite, y las supuestas repeticiones son una caricatura, un remedo, dice…

5 días hace

Brasil: un atentado que deja muchas interrogantes

El académico Fernando de la Cuadra analiza la trama bolsonarista detrás el atentado a la…

5 días hace

Joven iquiqueño de 14 años destaca en Mundial de Ajedrez

Joaquín Mora Valles fue uno de los 13 competidores chilenos en el Mundial de Ajedrez,…

1 semana hace

Trump: la escritura en la pared

Es probable que el triunfo de Trump sea la escritura en la pared de la…

1 semana hace