Los abajo firmantes, miembros activos de la comunidad artística y creativa de nuestro país, queremos ser una alternativa independiente de representatividad ciudadana ante la próxima convención encargada de redactar una nueva Constitución para Chile. Nos anima la tarea de construir en forma libre y democrática una nueva carta fundamental legitimada por la discusión de las diferencias que hoy existen en el seno de nuestra nación, de cuya adecuada regulación dependerá que podamos volver a mirar nuestro futuro común en paz.
Compartimos el clamor de importantes sectores de la ciudadanía que exigen crear un nuevo cuerpo de normas constitucionales robusto que consagre de manera enérgica y sin matices aquellos conceptos que urge hacer realidad para sacar a Chile del atolladero social, político, económico y cultural en el que hoy se encuentra. Nos atrevemos a decir que, en su dimensión más profunda, esta es una crisis de sentido que requiere de toda nuestra creatividad para encontrar los nuevos paradigmas que den orientación y propósito a nuestro país como una sociedad abierta, pluralista y moderna cuya libertad y soberanía deberían descansar en la participación ciudadana, el respeto a la diversidad y en la solidez de su arte, su cultura y en la mejor expresión de su historia reflejada en su patrimonio material e inmaterial.
Hablamos en primer lugar del derecho a la creación y a la cultura como un derecho humano equivalente a los más esenciales derechos de la persona como la salud, la educación o el trabajo, que la actual Constitución Política, en su artículo 19° números 12 y 25, recoge sólo de manera mínima a través de la libertad de expresión y la propiedad intelectual, respectivamente.
Pero Chile necesita mucho más. Su urgencia es garantizar el derecho a una calidad de vida digna para todos y todas; muy especialmente para los más postergados, que no pueden seguir esperando. No sólo se requieren soluciones materiales. Es urgente dar el apoyo que en gran medida el arte y la cultura pueden entregar para mitigar la falta de empatía generalizada que se percibe desde nuestro aparato público para con la ciudadanía, así como para sobrellevar los legítimos sentimientos de frustración y abandono que acechan desde hace largo tiempo a estos y otros sectores de nuestra comunidad país. Es de suma urgencia poder asegurar la proyección de futuro de Chile como sociedad que ha declarado más de una vez sus esperanzas de alcanzar el desarrollo.
Basta observar a los países que ya alcanzaron este desarrollo y que, coincidentemente, son aquellos que lucen más y mejor cultura y arte. Nuestra futura Carta Magna debe hacer sintonía fina con los compromisos de larga data que nuestro Estado ha firmado en diversos tratados internacionales que establecen el derecho de autor y el derecho a la libre expresión de los creadores como una obligación y no tan sólo como una declaración de intenciones.
Asimismo y de un modo más amplio e inclusivo, creemos necesaria una institucionalidad que refleje adecuadamente la rica diversidad social, cultural y étnica de nuestra nación chilena en el siglo veintiuno. Debemos profundizar nuestra actual democracia en un marco de garantías que equilibre las libertades individuales con respeto de los derechos económicos, sociales y culturales propios de un Estado que se orienta al bienestar de su ciudadanía sin distinciones.
En la búsqueda de ese bienestar se impone, además, una distribución mucho más balanceada y transparente del poder, fijando mecanismos de control ciudadano para asegurar que las autoridades públicas servirán a, y no se servirán de los cargos que les han encomendado sus votantes y contribuyentes, así como también para evitar que los privados abusen de su poder económico a través de la colusión y el monopolio.
Educación integrada a la cultura
Más aún, creemos que para obtener y, sobre todo, sostener estos y muchos otros cambios, la ciudadanía necesita una educación integrada al concepto general de cultura pues, a nuestro entender la educación es parte de la cultura de un país.
La ciudadanía requiere capacitarse pero, sobre todo, transformarse en persona cuya libertad debe basarse no sólo en su poder de consumo sino en su acceso y participación en el goce y creación de los bienes de la cultura, el arte y la creación, en especial aquella que fomenta la imaginación y la creatividad en un marco de respeto por su propia identidad y sus raíces a través del conocimiento y la preservación de la memoria colectiva.
Creemos que esta misma identidad se ve hoy amenazada pues resulta evidente que Chile no está preparado para enfrentar la globalización digital de manera sustentable y con pleno respeto a los derechos del individuo. Ante la invasión del mundo virtual en las esferas más íntimas de la persona, entre otros abusos, el Estado debe resguardar esta integridad respetando el derecho fundamental de todo creador a aportar al bien común a través de su creatividad e imaginación sin importar su etnia, religión ni condición sexual, social o cultural.
Creemos que todos estos son conceptos que deben estar plasmados en políticas públicas efectivas que dignifiquen la condición de los creadores agentes motores del cambio de nuestra sociedad civil en el siglo veintiuno pues cada peso invertido en cultura significa equidad, educación y desarrollo humano.
Todo lo anterior debe estar siempre subordinado a los valores supremos de la ética y la belleza como mejor forma de dignificar todos los ámbitos del diario vivir tanto en lo material como lo intelectual y espiritual. Sólo una cultura desarrollada es capaz de lograr estos objetivos.
Estamos aquí para ayudar a crear esta nueva conciencia y demostrar lo importante que es poder contar con nuevas y más eficientes formas de compromiso del Estado de Chile, así como de sus futuros gobernantes, con los artistas y creadores que dedican y seguirán dedicando los mejores esfuerzos de su vida a este noble propósito.
En definitiva, nos convoca el sueño compartido de consagrar en nuestra Carta Magna el derecho a la Cultura, al Arte y al conocimiento de nuestro Patrimonio como un derecho humano fundamental para todos los chilenos.
HACIA LA CONVENCIÓN CONSTITUYENTE
Resumen de las principales propuestas que defenderemos en la convención constituyente, desde el mundo del arte y la cultura:
DERECHOS Y GARANTÍAS FUNDAMENTALES:
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES QUE SIRVEN DE BASE MÍNIMA A LA DEFENSA DE LOS DERECHOS Y GARANTÍAS ANTERIORES
OBJETIVO PROGRAMÁTICO FINAL
-El objetivo programático final es contar con derechos culturales constitucionalmente garantizados en el marco de una institucionalidad que reconozca adecuadamente la existencia y las diversas capacidades sociales, culturales y étnicas de nuestra nación chilena en el siglo veintiuno.
FIRMAN:
SILVIO CAIOZZI GARCÍA (Cineasta)
MIRYAM SINGER GONZÁLEZ (Premio Nacional Artes Musicales 2020)
ARTURO DUCLOS ZÚÑIGA (Artista Visual)
VIVIANNE BARRY ONFRAY (Cineasta)
JORGE LÓPEZ SOTOMAYOR (Cineasta)
RAÚL OSORIO PÉREZ (Director De Teatro)
ALEJANDRO GUARELLO FINLAY (Compositor)
EDGARDO VIERECK SALINAS (Cineasta)
RAÚL ALIAGA LEWIS (Músico)
EDUARDO TIRONI BARRIOS (Cineasta)
ROSARIO SALAS EDWARDS (Compositora)
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