Por Carlos Cantero Ojeda[1].- Escribo en medio de una larga crisis pandémica. Pero, en la convicción que la crisis basal más compleja no es biológica, sino política, social, cultural, económica y, especialmente, ética. Esta crisis estructural es global, moviliza a la sociedad civil por:
He escrito y hablado sobre esto en múltiples foros, resaltando el desafío de adaptabilidad a la sociedad digital. Pero en la élite he encontrado desinterés, desesperanza, desdén, exasperación, en quienes piensan que son temas sin importancia. Están sumidos en un vértigo, pero si las ideas no están claras, si no se conoce el destino al que se quiere llegar, no hay vientos favorables ni puertos que sirvan. Necesitamos convocar al reencuentro en estos temas transversales, urgentes, pertinentes. La pandemia pasará y estos elementos de división si mantendrán si no los atendemos con urgencia.
Vivimos un profundo cambio de ethos que impacta en todas las dimensiones de la sociedad, del ser y estar de los individuos, su ética, estética y emocionalidad en la relacionalidad social. Observamos radicales transformaciones transversalmente en todos los ámbitos de la sociedad, cuyos alcances son de escala global y en todos los países, independientemente de la condición económica, social, cultura, religiosa o ideológica. Alcanza a países grandes y chicos, ricos y pobres, de una y otra cultura o religión.
Nuestras élites no comprenden el sentido de los cambios en la sociedad que emerge. Unos se quedan pegados tratando de comprender el sentido de los cambios y la crisis estructural; otros, con mayor pragmatismo, toman medidas que solo abordan parcialmente los problemas estructurales; otros simplemente intentan surfear la ola de cambios del proceso; otros tantos muestran negacionismo, falta de realismo, asumiendo que esta situación es transitoria, pasajera, sin hacer mucho más. Entre pasividad e inacción se generan las nuevas desigualdades sociales y económicas asociadas a la brecha digital, entre los nativos analógicos de la sociedad industrial y los nativos digitales de la sociedad de redes.
La revolución TIC y la emergencia de la sociedad digital, es un proceso de cambios que tiene dimensiones externas que impactan en las estructuras y en las relaciones sociales. Pero, el cambio más radical se produce en el vuelco hacia lo interno de las personas, hacia la subjetividad, es decir, la valoración por su fuero interno, su dignidad e intimidad, los datos personales y sociales. Pero, al mismo tiempo la “subjetividad” de las personas, se transforma en la presa más codiciada para quienes buscan someter y manipular desde el nuevo poder que surge desde la Big Data, el Blockchain, la minería de datos, desde la gestión y manipulación de las redes sociales y plataformas digitales.
Es un vuelco desde la biopolítica que nos planteó Michel Foucault, hacia la sicopolítica, que platea el filósofo coreano-alemán Byun-Chul Han, no se trata de violentar el cuerpo sino la subjetividad de las personas. La violencia no es física, sino un poder seductor, de auto-sometimiento y de hiperexposición, de las personas. Emergen sociedades depresivas, del cansancio, de auto-explotación, de autoexigencia que mantiene a los individuos en vigilia constante, colgada de la tecnología, el teléfono celular o las redes de Internet. El ambito laboral desborda y no respeta intimidad, tiempo libre, descanso ni vacaciones. Las relaciones son interesadas y prima un capitalismo financiero.
La sico-política es una dominación en torno a las sico-neuro-ciencias, mucho más efectiva e invasiva que la denunciada por Foucault. Tanto la biopolítica como la sicopolítica están alineadas con el sicopoder y la geopolítica. También con la lógica del poder blando, que propone Joseph Nye, de la universidad de Harvard, que refiere a las relaciones en la que un actor, sea una persona o institución, por ejemplo un Estado o grupo social, incide en acciones o interés de otros actores valiéndose de medios culturales e ideológicos, usando sus redes personales o sociales y los medios de comunicación. Este concepto surgió en contraposición con el poder duro que es el uso de la fuerza y la violencia, poner en cuestión el poder de impacto e influencia que produce el cañón de un arma, contrastado con el poder del lente de una cámara para generar imágenes o videos. También se refiere a cuestiones culturales vinculadas a gustos, deseos y emociones, como ocurre con la moda, el arte, la comida, la bebida, el cine, etc.
Este cambio de época se despliega montado sobre la revolución en las tecnologías de información y comunicación, transformando las dimensiones témporo-espaciales, alterando lo relacional: proximidad, centralidad, conectividad y accesibilidad, lo que aplica a todas las actividades del ser humano, marcando un profundo cambio cultural en la sociedad contemporánea. Cambio que se expresa en la convergencia tecnológica de plataformas y servicios hacia el Internet; un nuevo valor de la diversidad y consecuentemente del pluralismo en todas las dimensiones sociales; un profundo cambio en el paradigma comunicacional multimedialidad, multidireccionalidad, multimodalidad, multi-interactividad. También se observa una cambio de énfasis desde la racionalidad hacia la emocionalidad, lo que da centralidad a la subjetividad de las personas.
Como se ve, el cambio cultural es de proporciones estructurales, impactando en todas las dimensiones de la relacionalidad social. Es un profundo cambio de Ethos que transforma la Ética, Estética y Emocionalidad que definen la relacionalidad humana, proceso de contagio muy alto y rápido, afectando todo y a todos.
Los elementos más relevantes que caracterizan este cambio, entre otros son:
Otros elementos que caracterizan estos procesos son:
Reflexionemos a la luz de estos indicadores, sobre los cambios que necesitamos para superar la crisis y generar un proceso de adaptabilidad a la sociedad digital, en el contexto de un nuevo pacto social, basado en elementos éticos y los principios del humanismo. Este es un llamado a los líderes de todos los ámbitos, para sintonizar con los nuevos tiempos, superar el negacionismo para que se escuche a la sociedad civil, su reclamo social, medioambiental, cultural y digital, para generar una sociedad de relaciones más horizontales, respetuosas, éticas, solidarias y colaborativas. Una relación que equilibre las dimensiones materiales y espirituales, racionales y emocionales, en que la dignidad de la persona esté en el centro. Superemos el desdén, asumamos la responsabilidad de construir juntos una sociedad y mundo mejor. Todos somos uno y uno somos todos. Nunca podremos despojarnos de esa sentencia suprema y universal.
[1] Carlos Cantero Ojeda. Es de profesión Geógrafo. Además obtuvo el grado académico de Master en la Universidad de Granada y de Doctor en Sociología en la UNED-España. Es pensador, académico, conferencista, asesor y consultor. Estudia la Sociedad Digital. Además ha tenido una carrera pública: Alcalde, Diputado, Senador y Vicepresidente del Senado de Chile. Su comunicación dirigirla a: ciudadanocantero@gmail.com
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