Sr. Director
El Talibán tomó control de Afganistán. Sabemos qué futuro ‒o pasado‒ le espera a su sociedad, especialmente a las mujeres. Ante ello, el solipsimo cultural posmoderno prescribiría el respeto a la soberanía del pueblo Talibán y su autodeterminación, reconociendo sus valores y exaltando su sabiduría ancestral y originaria, pues ¿quiénes somos nosotros para juzgar la verdad de su cultura?; que su diversidad nos enriquece y no hemos de encasillarles según nuestro europeocentrismo hegemónico occidental. Alternativamente, podemos aspirar a un humanismo universal mediante el que se solidarice no solo el bienestar material y la virtud política, sino que también su insumo necesario: el reconocimiento de la dignidad epistemológica, al no relativizar el sufrimiento de congéneres con quienes compartimos el mismo andamiaje neurológico que nos permite desde amar hasta huir justificadamente aterrorizados por nuestra vida, dejando todo atrás.
Los DD.HH. son una joya de la conquista civilizatoria en la que el sufrimiento no resulta indiferente, más bien se reconoce universal. Su adscripción obliga a evaluar críticamente los valores y saberes tradicionales y ancestrales en virtud de su propio mérito, debiéndose superar la barbarie, cuyos ingredientes fundamentales suelen alegarse a partir de la autoridad, la revelación y la tradición. Ha costado, pero como humanidad hemos avanzado. Sigamos.
Atentamente
Luis León Cárdenas Graide
Ingeniero Civil en Computación, Universidad de Chile