Señor Director:
Sin duda el acuerdo presentado por las dirigencias de los partidos es un gran avance y dibuja un panorama impensado hace un mes atrás. Quizás una situación que abre tantas esperanzas como cuando se acordó la realización del plebiscito que puso fin a la dictadura cívico militar. Tal vez por lo mismo es que una parte importante de la ciudadanía movilizada desconfía o lo ha rechazado.
Es cierto que el quórum es un tema que se ha comentado bastante. Pero es uno entre varios aspectos, que juntos configuran un escenario muy complejo. No sólo pensando en que la nueva Constitución instaure algún modelo particular de sociedad, sino en relación a la expresión democrática y soberana de las comunidades que habitamos el país. De alguna manera, es necesario que el proceso que ha comenzado dé la mayor legitimidad a una constitución que requiere reparar condicionamientos socio-políticos derivados de la actual y proyectar el país para los desafíos que enfrentaremos las próximas décadas (o siglo), especialmente en temas ecológicos y tecnológicos.
Por lo anterior, hay observaciones al acuerdo que deberemos resolver, entre ellos:
– La metodología constituyente la definirá este Parlamento; un poder constituido bajo un ordenamiento en crisis.
– El número de delegados y delegadas no es explícito. Si es un número pequeño (menos de 350), la probabilidad de incidencia de los sectores conservadores aumenta.
– La primera consulta y la elección de delegados y delegadas no será obligatoria, lo que ha favorecido a la derecha las últimas elecciones.
– La elección será de acuerdo a las reglas de la elección de diputados y diputadas. Es decir que estará en manos de los partidos y el capital financiero. Lo que dificulta la participación ciudadana directa y democrática.
– La elección se dará en el marco de las municipales. Abriendo la puerta para que, en la práctica, se mezclen el clientelismo y caudillismo existente en la administración municipal con el proceso constituyente.
– Si es la misma ley electoral, no participarán menores de 18 años.
– No considera la participación de sectores activos de la sociedad, ni pueblos-naciones originarias, reduciendo la fuerza de la opción plurinacional y otras correcciones, como el género o la identidad.
– No surge de una conversación con los actores sociales legítimos. Lo que se aprecia en lo mencionado antes, manteniendo la lógica elitista que ha caracterizado la historia del país.
– Se requiere más claridad en relación a las materias no resueltas en la Convención Constituyente. Si la opción es que no se plebisciten, sino que pasen al Congreso actual, se estará sustituyendo al soberano en el ejercicio constituyente.
Por lo tanto, junto con alegrarnos por el paso avanzado, saludando el gran esfuerzo que han realizado los firmantes, es necesario mantener la movilización ciudadana, los cabildos y encuentros de distinto tipo, para conseguir que la nueva constitución surja de un proceso que considere las voces de la mayoría de la sociedad y que la elección de delegados y delegadas ofrezca las mayores garantías democráticas.
Mauricio Vargas Peralta, Capitán del Partido Pirata