Por Miguel Mendoza Jorquera.- El domingo 28 de julio de 2024 Venezuela tuvo una de las elecciones más importantes en sus 25 años de régimen chavista. Esta nación, cuna de grandes próceres latinoamericanos como Francisco de Miranda, Simón Bolívar y Andrés Bello, tiene hoy autoridades que distan mucho del modelo original. Son todo, menos una influencia positiva en nuestra región. Son el cáncer de América.
Las elecciones son la fiesta democrática donde un país libre elige a sus autoridades. En Venezuela, por el contrario, el perdedor hizo trampa para ganar y perpetuarse en el poder. Lo hizo Hugo Chávez, y ahora lo hace Nicolás Maduro, en un escenario donde no hubo observadores internacionales independientes, solo gente afín al régimen.
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Y esto lo sabe bien el Partido Comunista de Chile. Su retórica es hablar de democracia y desobediencia civil. Contradictorio, porque ahora están en la coalición de gobierno en el juego democrático que ellos mismos apoyaron, pero apuntalan sin miramiento ni asco a dictaduras como Cuba, Nicaragua, Corea del Norte, China, Rusia y de Venezuela.
El 11 de septiembre de 1973 se vivió un Golpe de Estado en Chile y, como consecuencia, una dictadura militar de derecha. Para validar el régimen, Augusto Pinochet hizo en 1980 un plebiscito para cambiar la constitución de 1925 y perpetuar su gobierno autoritario durante 8 años más.
Esto fue un fraude electoral y muchos organismos internacionales cuestionaron estas elecciones ilegítimas, porque no había padrón electoral. La oposición a Pinochet estaba acallada y el Partido Comunista, prescrito y en la clandestinidad.
Es obvio que la dictadura de Pinochet quería eternizarse, y en el plebiscito de 1988 -con una fuerte presión internacional, con patrón electoral en mano- Pinochet tuvo que ceder de mala manera y negociar en buenos términos una transición a la democracia.
Ahora con las reglas del juego de la democracia, el partido fundado por Juan Emilio Recabarren han ganado elecciones parlamentarias y de alcaldes, pero su directiva sólo habla de la dictadura de Pinochet como la más cruenta del planeta, olvidando a dictadores como Stalin, Mao Zedong, la dinastía de los Kim o Pol Pot, que exterminaron a millones de seres humanos entre purgas y hambrunas.
La narcodictadura de Nicolás Maduro y sus esbirros -Diosdado Cabello y Vladimir Padrino López- robaron esta elección para mantenerse en el poder. Un país rico en recursos petroleros es uno de más pobres del continente, con una mega inflación, pobreza y hambruna; el sueldo mínimo es de US$3,5, mientras que en Chile es de US$ 523, uno de los más altos de la región.
El Partido Comunista de Chile no reconoce u omite que Nicolás Maduro es un dictador y viola los derechos humanos de su pueblo. Además hablan de la retórica añeja casi como disco rayado, en torno a que en Venezuela la crisis es por los embargos económicos del imperialismo yanqui y sus aliados, calcado con el discurso de Cuba.
También hay un desastre migratorio de 8 millones de venezolanos por el mundo por ser opositores del régimen o porque ya no se puede vivir en su país. Esas ambigüedades y omisiones hacen que el PC sea un garante de dictaduras y violaciones a los derechos humanos que tanto sus militantes y autoridades hacen gárgaras de demócratas sin saber realmente que es una democracia.
Miguel Mendoza Jorquera, Tecnólogo Médico, militante de Amarillos por Chile y conductor del programa Manos Libres en El.Pensador.io
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