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Pastor de una doctrina de odio

Por Rodrigo Larraín.- ¿Se puede ser cristiano odiando a los enemigos o ir por la vida buscándolos, como si fuera un mandato divino? Aquí no hay dos posiciones, Jesús es claro al afirmar: “Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen” (Mateo 5:44). El apóstol explica la doctrina de Jesús de este modo: “Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan y llorad con los que lloran. Tened el mismo sentir unos con otros; no seáis altivos en vuestro pensar, sino condescendiendo con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión más. Nunca paguéis a nadie mal por mal. Respetad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto de vosotros dependa, estad en paz con todos los hombres. Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira {de Dios} porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Pero si tu enemigo tiene hambre, dale de comer, y si tiene sed dale de beber” (Romanos 12:14-20). Y hay muchas otras citas que exponen nítidamente el pensamiento y las enseñanzas de Jesús.

¿Pero por qué preocuparnos de ese tema? Simplemente porque hay un pastor cuyo propósito en la vida es ir insultando a diversas personas. Esa conducta desmiente la fe que dice profesar. No, los cristianos creemos en un Señor que no enseñó eso y no tiene derecho este personaje a llamar la atención insultando, acosando y a decir que lidera y enseña el cristianismo a unos seguidores. El cristianismo libera y no oprime, respeta la conciencia de cada cual como un espacio sagrado. Se trata de un usurpador de nuestra fe, puesto que intenta arrebatarnos un derecho, en este caso antiquísimo.

El odio al enemigo y al adversario está desarrollado desde antiguo por muchos padres de la Iglesia, y por muchos autores posteriores. Las inconsecuencias históricas que han tenido los cristianos que nos precedieron no excusan una falsificación de nuestras enseñanzas, sólo nos deben estimular a no volver a hacer tales conductas. Recientemente el papa Francisco indicaba que la oración por los enemigos no podía ser tan genérica, pues quedaba tan diluida que no se refería a nadie. No, nos instaba a rezar por personas concretas que nos hayan hecho mal. Pastores con discursos de odio e insultantes debieran ser cuestionados por otros religiosos, especialmente por el mundo evangélico pues los denigra bastante.

El objetivo de su odiosidad es la diputada Emilia Schneider, que merece toda nuestra humana simpatía, el bien superior es el valor de la persona humana –su honra- y el resto, como las ideas religiosas o políticas aquí son menos que la dignidad humana. Además, los insultos de este personajillo son absurdos y desconocen la personalidad como un elemento tan natural como el cuerpo. Desde la ética más básica hay que oponerse a las maldades cometidas por un ser necio y algo peligroso, dicho en un lenguaje ad hoc, oponerse a las maquinaciones de Satanás.

Rodrigo Larraín es sociólogo y académico de la Universidad Central