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Pescadores denuncian catástrofe por «plaga» de lobos marinos: «Son el enemigo»

Agencias.- En la costa de Chile, los pescadores se enfrentan a la competencia de un astuto cazador carnívoro que ha diezmado su industria debido a su voraz apetito.

Se trata de los lobos marinos, que son calificados como una “plaga” por los trabajadores del mar, de acuerdo con un reportaje de la France Press.

«¡Son un enemigo!» se quejó el pescador y dirigente de la caleta Portales en Valparaíso, Mario Rojas, a la agencia gala. «Tratamos de hacer que se vayan, ¡pero es imposible!».

Es imposible, porque esta especie ha estado protegida en Chile en los últimos 28 años, después de una despiadada caza que la dejó en peligro de extinción. De ellos se solía buscar su piel.

Liberados de su depredador más peligroso (aún son presa de tiburones y orcas), la población de mamíferos marinos ha ido en aumento, ayudado en gran parte por el abundante forraje que logran robar a los pescadores.

Han aprendido a distinguir el sonido de los motores de los barcos de pesca, permitiéndoles seguir los barcos mientras se dirigen hacia el mar.

«Los lobos marinos ya no cazan. Escuchan el ruido de un bote y saben que la comida está ahí», dijo Rojas.

Con sus dientes afilados y el enorme poder en los cuerpos que pueden pesar alrededor de 300 kilos, logran destruir las redes de pesca y engullir las golosinas en el interior.

Y tienen algo de apetito, consumiendo más de 40 kilos de pescado cada día.

Rojas dice que más del 80% de los barcos que trabajan en su área, alrededor del puerto de Valparaíso, regresan de un día de trabajo vacío, con sus redes destrozadas.

Allí, los lobos marinos merodean en la playa o debajo del muelle, esperando los restos y las entrañas que los pescadores arrojan al agua.

Alrededor del 40% de la población mundial de lobos marinos (en el mundo los llaman “leones”), que suman unos 200 mil animales, vive en las costas de Chile.

Para los pescadores chilenos, esto es una crisis. Hace 10 años, en Valparaíso, se pescaba alrededor de 600 kilos de pescado por día, pero ahora se ha reducido a solo 50 kilos.

«Estamos atravesando una crisis específicamente por los lobos o leones marinos, pero también tenemos cuotas de pesca. La gente está desesperada», dijo José Alvarado, líder de los pescadores en Hualaihue.

Los pescadores quieren que se levante la prohibición de cazar lobos marinos para poder controlar los números, pero esa petición ya recibió una negativa rotunda de parte del subsecretario de Pesca, Eduardo Riquelme. La autoridad admite que los lobos marinos están creando problemas para la industria pesquera, pero el primer paso para abordar el problema vendrá en febrero con un censo para establecer el tamaño de la población de animales marinos.

El gobierno también acordó con los pescadores convocar a una comisión de expertos para estudiar el problema, y ​​al mismo tiempo erradicar algunos de los malos hábitos de los pescadores, como arrojar las entrañas de los peces, que alimentan a los lobos marinos, de vuelta al mar.

Han acordado comenzar las pruebas en barcos equipados con equipos de ultrasonido para ahuyentar a los animales, y a las máquinas que enrollarán las redes más rápido.

La prohibición de la caza se impuso para preservar el lobo marino sudamericano, después de que dos especies de lobo de piel estrechamente relacionadas se extinguieran casi durante el siglo XX.

Chile ha firmado acuerdos internacionales para proteger a los lobos o leones marinos y cualquier violación generaría sanciones graves, como la suspensión de las exportaciones de salmón a Estados Unidos, una industria que genera casi US$ 4 mil millones al año.

Desde el punto de vista científico, hay oposición a la intervención sobre los lobos marinos. Para el director del museo de historia natural de San Antonio, José Luis Brito la presencia del depredador es necesaria «para equilibrar las cadenas alimenticias». A su juicio, la intervención de los seres humanos «puede producir problemas catastróficos con enormes consecuencias, porque (los lobos marinos) son los que controlan la vida».

Pero «ya que no tienen rivales ni suficientes depredadores», su número va en aumento, «provocando que compitan con otro depredador, que somos nosotros». Para Riquelme, solo hay una solución: «Tenemos que aprender a vivir con los leones marinos».